Actualidad, Bitácora

Un mensaje de Miércoles de Ceniza. A los indolentes.

Así nos luce el pelo... -viñeta de B. Erlich-

Hay momentos en los que la realidad se hace tan clara a los ojos que uno no puede creer cómo otros no la pueden ver. O mejor dicho, cómo otros no la quieren ver. Asombra la facilidad de excusas y argumentos que encontramos en nuestro día a día para no transformar la realidad que tenemos al lado y asombra asimismo la capacidad que tenemos de creer con firmeza nuestras propias excusas y miedos hasta convertirlas casi en nuestros principios. Al final, subidos en la cima de nuestra pila de contundentes razones de peso, no cambiamos nada. El mundo sigue igual. Eso nos da, además, la autoridad de culpar a los que han intentado hacer algo o, por lo menos, la superioridad de señalar lo inútiles que han sido los esfuerzos de los que sí se han movido y lo engañados que estaban. Cuanto más claro se hace el momento histórico que estamos viviendo, con la primera manifestación a nivel mundial de la historia el pasado 15 de octubre, meses de manifestaciones y concentraciones que reivindican la no-violencia como esencia, reflexiones colectivas constantes en las plazas, invitaciones a tomar la palabra en la vida política, gente leyendo sobre política y economía en el metro cuando «de Corín Tellado, nunca habían pasado», cuanto más evidente se hace el momento, digo, más fácil se nos hace convertirnos en expertos tertulianos de sofá. Nos da miedo comprometernos (y cuanto más evidente se hace todo mayor es el miedo), por si la realidad llega a dolernos tanto que nos atrapa, obligándonos a salir de casa o de nuestra rutina, a abandonar nuestro sistema de comodidades personales, a acercarnos al otro, a comprobar que sólo con buenos argumentos no se para un desahucio, ni se proporciona vestido y abrigo a los chavales del Gallinero para sobrevivir al terrible invierno siberiano, ni se libera a las personas injustamente encerradas en los CIEs, ni se evita la cada vez mayor opresión de las grandes fortunas sobre los que depende del trabajo que sea para sacar adelante a su familia. Nos apoyamos, incluso, en nuestras propias estructuras de caridad que, aún promoviendo una asistencia necesaria, no transforman la causa de la injusticia. Nos da miedo, en fin, cambiar con los tiempos y adaptarnos.

Hoy es Miércoles de Ceniza, el día en el que la cristiandad celebra el inicio de la Cuaresma, un proceso interior y exterior de cuarenta días en el que se intenta acercar a la realidad del mensaje y el proyecto de Jesús de Nazaret; un proyecto, según los textos, de justicia, paz y amor. Aunque lo fácil, en este país de tertulianos y de miedo al compromiso, es quedarse en los símbolos externos más conocidos, no he querido dejar de traer a esta bitácora como iluminación un texto de Isaías, uno de los profetas más importantes para las tres religiones monoteístas, en el que nos recuerda algunas cosas de rabiosa actualidad sobre el ayuno que hoy se estrena. Las siguientes palabras están escritas en el siglo VIII a.C.:

¿Creen que el ayuno que me agrada consiste en afligirse, en agachar la cabeza como un junco y en acostarse con ásperas ropas sobre la ceniza? ¿Eso es lo que ustedes llaman “ayuno”, y “día agradable al Señor”?6 Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía;7 en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes.8 Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá.9 Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: “Aquí estoy.” Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les levantas calumnias,10 si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía.

Mientras tanto, muchos, se conformarán con no comer carne y no tener sexo (siempre el «no») a lo largo de los viernes que incluyen estos cuarenta días de recorrido. Y lo llamarán ayuno. Pero ese ayuno tertuliano ni transforma la realidad ni es ayuno. Tiempo para reflexionar, creyentes y no creyentes, sobre nuestro lugar en el mundo y nuestra responsabilidad dentro del mismo. Feliz, e implicada, Cuaresma.

Comentarios

3 comentarios en “Un mensaje de Miércoles de Ceniza. A los indolentes.

  1. Casi se me pira!

    Publicado por Chus | 22 febrero, 2012, 19:25
  2. Entonces puedo comer carne no???
    Es que ya me entraban los agobios que me iba a poner posits para que no se me olvidara descongelar el pescado.

    Muchas Gracias, como siempre!

    Publicado por LyAna | 22 febrero, 2012, 19:54
  3. … y que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha! (o viceversa)

    Publicado por Pingüinos en La Habana | 22 febrero, 2012, 21:56

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