No para el mundo de dar vueltas. No se detiene. El tiempo sopla como un viento suave desde el cosmos haciendo girar a La Tierra sobre su eje. Cada día. Cada hora. Cada instante. No se detiene. El otoño, en estas fechas, también llega con todos sus efectos a las hojas del calendario desparramándolas por los suelos. No nos hemos dado cuenta y el año se ha ido. Sin embargo el mundo, con su contundente rutina, con su indolente y gruesa inercia, no ha parado de dar vueltas, no ha dejado de girar.
Las imágenes que muestran el vídeo que encabeza estas letras fueron tomadas desde un satélite espacial ruso en el intervalo de días comprendido entre el 15 de mayo de 2011 y el 19 de mayo de ese mismo año. Lo que ustedes están viendo, sin darse cuenta, es el 15-M desde el espacio. Ni más, ni menos. Asombroso, ¿verdad? No se oyen los cantos, los «sí, se puede», los «no nos representan», no se ven las grandes lonas azules ni las quechuas, pero están ahí. Entre ese baile cíclico del Sol sobre los océanos y esas nubes derramándose desde la atmósfera estamos nosotros, está usted, comenzando a soñar un tiempo nuevo. Con todo, desde la perspectiva de las estrellas, casi ni se intuye. Bien es cierto, valga como consuelo, que la cámara no nos enfoca, pero tenemos que asumir que, en justicia, ese cambio no se ve en las imágenes.
El tiempo y la esperanza que no se ven, pero están.
Quizá por la cada vez mayor elasticidad de mis horas o tal vez por las tres incómodas, indeseadas y prepotentes canas que me han salido en la barba, este año el tiempo y su paso están ocupando mis reflexiones (y mis versos) mucho más de lo que hubiera podido prever. Me agobia a la par que me fascina la plasticidad del tiempo, esa capacidad para estirarse y deformarse, la diferencia en los métodos de medición entre un cronómetro y el cerebro. Me agobia especialmente el cronos, ese tiempo cuantitativo que pasa impertérrito y exacto segundo a segundo, que se va y no vuelve, y me fascina hasta la ensoñación el kairós, ese tiempo cualitativo con el que creamos los recuerdos y vivimos el presente, el tiempo medido por momentos que se nos hacen más o menos largos. Hay tantos kairós personales que se pueden colgar del mismo universal cronos… Mientras todo lo que existe se rige por un mismo cronos, cada realidad, cada vida, tiene su propio kairós, su propio tiempo que la hace única. Y todo ello existe a la vez y se confunde. ¿No es fascinante? ¿No es como para estar agobiado y dándole vueltas constantemente?
Me enrollo. Ustedes no han venido aquí a esto. Son los nervios. Hace tiempo (otra vez lo mismo) que no estaba aquí delante.
Volvamos al planeta con su rotación indiferente. Por mucho que hayan visto el vídeo, por mucho que se hayan fijado, seguirá sin verse la esperanza de la que hablábamos. Pero, sin embargo, sabemos que está. ¡Vaya que si está! Ya estaba antes de ese 15-M histórico y mucho más tras ese estallido en las calles. ¿Lo recuerdan? ¿Estuvieron? (qué de kairós distintos para un mismo cronos). La esperanza, casi como un signo distintivo de nuestros tiempos, ha ido multiplicándose silenciosamente a través de la crisis. De hecho ha sido la propia crisis (sistémica, no económica) la que la ha impulsado, la ha reforzado, la ha convertido en la única opción realista y revolucionaria. Una vez, allá en Honduras, le pregunté al sabio Don Moncho cómo era capaz de mantener la esperanza ante tanta miseria y tanta injusticia. Él, con ese centelleo en los ojos que abrasaba conciencias, respondía claro: «Es lo único que me queda, lo único que tengo. No pienso permitir que me lo quiten». La esperanza es la revolución de nuestros días. A mayor miseria, mayor esperanza. Nos declaramos en resistencia porque hay esperanza de hacer las cosas de otra manera, porque se puede.
Lo he vuelto a hacer. Aún no les he explicado por qué escribo esto. Qué hago otra vez aquí.
Ha pasado el tiempo. Exactamente 293 días desde la última vez que escribí un texto personal para este blog. Nueve meses (un embarazo) desde mis últimas palabras en el Mundo de Mañana. Ha pasado el tiempo y, entre medias, ha pasado una campaña electoral, kilómetros de carretera y horizontes, encuentros fundamentales, una victoria, diez mil luchas, varios escenarios, la vuelta de la poesía, algún susto, tres trabajos, doce alumnos, Alcorcón, El Escorial, peleas con el QuarkXpress y los horarios de los buses, cuatro bodas, tres superlunas, dos visitas al Congreso, la playa, el mar y la vida. Ha pasado el tiempo y pareciera que no. Hace un año no tenía trabajo y hoy fíjense cómo estamos. Ha pasado muchísimo tiempo y no. No para el mundo de dar vueltas.
Lo que no ha pasado, lo que ha aprendido a crecer, es la esperanza. Esperanza como lema y motor de esta página. Esperanza como objetivo y foco de mis esfuerzos. Esperanza (ya lo decía arriba) como revolución. Por eso estoy otra vez aquí. Por eso no he querido esperar a tener nada mejor que contar. Por eso he querido que este cronos (1 de diciembre, primero de mes) se confabule con mi kairós (necesito contar, compartir, volver) para relanzar mi ventanita al mundo, el Mundo de Mañana. Así, sin más campañas ni anuncios, sin avisar, como la vida.
No sé qué deparará a esta bitácora en los próximos meses, no sé de qué hablaremos ni cada cuánto. El corazón me dice que el periodismo de batalla se verá algo relegado por las vivencias y las visiones, pero váyase usted a saber. Seguirá habiendo Cuaderno del Sur, porque me lo pide el cuerpo, y Encuesta de la Semana, porque me divierte. Pero más allá de eso no sé, en esta noche que de nuevo se me está yendo de las manos, hacia dónde navegaremos. Con el bauprés enfocado al Sur, un mar completamente en calma y una bruma gris que desdibuja el horizonte sólo soy capaz de pensar en dos palabras. Sólo me apetece responder ante ellas.
Libertad. Autenticidad.
Es la hora.
Bienvenidxs de nuevo a el Mundo de Mañana. Zarpamos.
Viene de ‘Destino Casamance. Capítulo 2: Primeros pasos en Ziguinchor‘
Redacción: Antonio Grunfeld
Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld
El cansancio comienza a hacer mella en la expedición. Los síntomas del agotamiento (fiebre, diarrea, sueño, etc.) se confunden con posibles enfermedades como la Malaria, o la tan frecuente “viajera”, la cual nos aborda a los pocos días de aterrizar en países tan distintos al nuestro. Sabemos que es fundamental descansar, pero todavía no hemos visitado ningún proyecto y nuestras ganas por comenzar a visibilizar otras realidades nos lleva a llamar a Joseph Diatta, coordinador de la ONG Cineastas en Acción en la Casamance.
Él fue el primer contacto que obtuvimos desde España, cuando ni siquiera habíamos decidido visitar esa región. Gracias a una amiga en común, pudimos dar con la Presidenta de Cineastas en Acción, Federica Romeo, quien enseguida estuvo dispuesta a quedar con nosotros en el centro de Madrid, para guiarnos un poco en nuestro viaje. Tomando una cerveza en Tirso de Molina, Federica nos habla del proyecto que empezó a construir hace 3 años,y que poco a poco parece que se va consolidando. Un proyecto nada ambicioso, pensado para funcionar sin subvenciones del gobierno, y totalmente adaptado a los nuevos tiempos económicos.
Federica, italiana de nacimiento pero española de adopción, escapó del bullicio de Madrid para refugiarse en la sierra, donde tiene su sede la ONG. Con la sonrisa permanente en la boca y un trato realmente muy cercano, nos cuenta los proyectos que han llevado a cabo hasta ahora, con la pasión propia del que ve un niño crecer. Llegó a Senegal en 2010gracias a la ONGD ACPP (Asamblea de Cooperación por la Paz) el cual le sirvió principalmente para conocer a Joseph Diatta, y quedarse prendada de su pequeña comunidad en Enampor. De vuelta a España, Federica aprovechó su experiencia y sus contactos labrados en la producciónde cine y televisión, para lanzarse a la piscina en el mundo de la cooperación, con unos valores muy asentados y una motivación que contagia a todo su entorno.
Joseph Diatta, su contraparte en Senegal, nos recibe en una transitada rotonda de Ziguinchor. De aspecto tranquilo y con un francés exquisito nos invita a subirnos por primera vez a un autobús público de la ciudad. De camino nos cuenta que nació hace 54 años en Enampore: una pequeña comunidad de unos mil habitantes a veinte minutos de ahí. Estudió economía en Dakar, pero prefirió trasladarse a La Casamance para trabajar como consultor de la cooperación española y alemana. “En Dakar no se puede vivir”, nos comenta mientras esperamos que se completen los pasajeros de un taxi-brousse (taxi-bosque) que nos llevará a Enampore.
Tras una hora de espera, tomamos rumbo hacia el interior de la región, acompañados de cuatro pasajeros más, que no parecen incomodarse ante los innumerables baches que ofrece el lamentable estado de la carretera. Por fin abandonamos el asfalto y el cemento, y nos adentramos por carreteras de tierra circundadas de naturaleza, que en la época de lluvias se hacen totalmente intransitables, según nos comentan.
Cuando llegamos al campamento, se respira una tranquilidad propia de los poblados africanos, y un anciano a la sombra de un árbol nos da la bienvenida antes de volver a sumergirse en su estado de meditación. Joseph nos cuenta que el campamento se inauguró por primera vez en 1975, con fondos aportados por la propia comunidad rural, y en 2010 fue completamente renovado gracias al apoyo de la cooperación francesa. Entre sus instalaciones, cuenta con un albergue de diez habitaciones y capacidad para treinta personas, construido siguiendo la arquitectura tradicional al estilo casa-impluvium, pero con paneles solares que abastecen de electricidad a unos cuatrocientos turistas al año. Además, el campamento esta dotado de cinco centros polivalentes, que se utilizan para diversas necesidades de la comunidad como cocina, bar-restaurante, escuela, almacén o taller de costura. Varias veces al año, reciben también la visita de los “viajeros y viajeras” de Cineastas en Acción.
Proyecto de Cineastas en Acción en Enampore
La base de los proyectos de Cineastas en Acción se centra en el intercambio cultural entre Europa y África, principalmente a través del cine. Como no recibe subvenciones del gobierno, el alcance de su actividad se limita por el momento a Senegal, Guinea Ecuatorial y España, pero esa libertad de financiación también le permite mantener una autonomía y una humildad en su campo de actuación, que muchas otras ONG’s han perdido en el camino.
En Enampore, organizan cada año unos “Viajes Solidarios”, donde invitan a todos aquellos europeos interesados en romper sus prejuicios sobre África, a vivir tres semanas en el campamento y compartir su experiencia con la gente de la comunidad. Por unos 1.500€, el viajero tendrá la oportunidad durante 15 días de conocer la belleza de la región a través de visitas turísticas, pero también deberá implicarse en la comunidad, y ofrecer su experiencia como herramienta de desarrollo. De esta forma, se organizan diversos talleres audiovisuales o de manualidades dirigidos a los más jóvenes y se programan actividades de danza, percusión, proyecciones de películas o cuentacuentos.
Siempre bajo la premisa del “turismo solidario”, estos viajes están planteados de manera que la experiencia aporte en los dos sentidos. Por un lado, los viajeros salen por completo del circuito turístico tradicional y logran una implicación mayor en la vida de la comunidad. Y por otro, aportan ingresos a la región y formación a sus habitantes, para que el pueblo se siga desarrollando en los meses venideros. El dinero recaudado en estos viajes, sirve para cubrir los costes del viaje, y todo aquello que sobra es invertido en la rehabilitación de una casa Impluvium que cobija hasta siete familias de la comunidad. “Estas casas requieren mucho trabajo y por eso tienden a desaparecer” nos comenta Joseph, mientras nos habla de las virtudes de este tipo de estructura, que mantiene una temperatura fresca y deja correr el aire, pero que sobretodo sirve para que las familias se mantengan unidas bajo el mismo espacio.
En el año 2012, además de realizar un documental sobre el proyecto ( “El cuaderno de fotografía de Jules Matar”, ver trailer) la ONG comenzó un intercambio de videocartas entre niños senegaleses y españoles. Este proyecto, que actualmente se encuentra en fase inicial tanto en Senegal como en Guinea Ecuatorial, alberga una gran cantidad de posibilidades, tanto a nivel geográfico como temporal. Su objetivo es acercar las realidades y las culturas de los distintos países, a través de la comunicación de los propios niños y niñas.
En vídeos como este,los más pequeños reflejan sus conocimientos y sus prejuicios sobre el otro país, y abren una vía de diálogo con sus congéneres que se encuentran en otro continente. Lo que en un principio son preguntas sencillas para romper el hielo, con el tiempo se pueden convertir en diálogos muy profundos sobre sus distintos modos de vida. Si extendemos esta idea a distintos países del norte y del sur, las sinergias que se pueden establecer en el tiempo son infinitas, y muy enriquecedoras no solo para sus protagonistas, sino también para todos los seguidores de los vídeos.
En conclusión, Cineastas en Acción es un ejemplo de ONG que ha arrancado en los tiempos de “vacas flacas” de la cooperación, pero que a través de ingenio, austeridad y mucha ética de trabajo, está consiguiendo llevar a cabo unos proyectos totalmente libres de ataduras, con mucho impacto en el terreno y con un largo camino por delante. Si queréis más información, acercaros a su web en: cineastasenaccion.org
Continúa el próximo jueves 3 de abril con el cuarto capítulo.
(Viene de ‘Destino Casamance. Capítulo 1: La vuelta a Senegal‘)
Redacción: Antonio Grunfeld
Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld
Tras catorce horas en el Ferry, llegamos a Ziguinchor. Habiendo dormido poco y mal, nos despertamos al alba para disfrutar del paisaje que ofrece la desembocadura del río Casamance, donde con frecuencia se pueden ver delfines dando la bienvenida a la zona. Nosotros no tuvimos esa suerte, pero mereció la pena el madrugón, a cambio de vernos rodeados por kilómetros de manglares, que de vez en cuando se veían interrumpidos por cabañas de pescadores, con sus cayucos varados en la costa.
Lo primero que nos aguarda en el puerto es una larga fila de militares, lo que nos recuerda que estamos entrando en una zona que se encuentra en conflicto armado desde hace más de 30 años. Al traspasarla, nos esperan Alvar Jones y Esther Domínguez, una pareja de cooperantes que lleva ocho meses viviendo allí. Al igual que Jara, ellos se van a convertir en una pieza clave de esta expedición, a través de su hospitalidad y de su experiencia en el terreno. Tuvimos la suerte de coincidir meses atrás en Guinea Ecuatorial, cuna de la familia del padre de Alvar, y en poco tiempo surgió una confianza que se iba a ver consolidada en los siguientes días. Un correo electrónico desde España, y una llamada de teléfono desde Dakar, bastaron para que se interesasen por nuestro proyecto y nos abriesen las puerta de su casa. La suerte nos seguía acompañando.
Desde el primer almuerzo juntos en la Alliance Franco-Sénégalaise, compartiendo una Gazelle (cerveza local) y un plato de pescado con arroz, nuestros amigos empiezan a aportar ideas al proyecto. Son muchas las ONG’s que operan en la zona, y se puede encontrar cooperación de numerosos países, como Italia, España, Alemania, Estados Unidos, etc… Alvar trabaja como Delegado de Cruz Roja Española en Senegal, y Esther llegó acompañándolo, y en poco tiempo encontró un proyecto en Handycap Internacional. Ambos son personas muy críticas respecto a la Cooperación Internacional, y sus puntos de vista son el mejor filtro para que podamos seleccionar proyectos que funcionen y trabajen de una manera ética.
Todos nosotros tuvimos la suerte de coincidir en Bata (Guinea Ecuatorial) con Gustau Nerín, antropólogo y escritor especializado en África, quien escribió el polémico libro “Blanco bueno busca negro Pobre” (editado por Rocaeditorial). Si bien el libro suscitó numerosas críticas en el sector de la Cooperación, ya de por sí perjudicado por la situación económica y los recortes, bajo mi punto de vista es una manual de buenas prácticas, idóneo para aquellos que estamos empezando nuestra senda en este mundo, y de obligada lectura para todos aquellos que estén trabajando de una manera u otra en este sector. El libro critica con firmeza los excesos cometidos en el mundo de la Cooperación en estos últimos años, la mayoría de ellos llevados a cabo por instituciones y organismos internacionales (Naciones Unidas, Unicef, OMS, etc…), pero también muchos a causa de las malas praxis de ONG’s de gran envergadura como Intermon Oxfam o la Fundación Bill y Melinda Gates. A través de ejemplos basados en su experiencia personal, Nerín desmitifica el halo de pureza y heroicidad que han creado los medios de comunicación alrededor de la figura del cooperante y saca a relucir muchos errores comúnmente cometidos en este sector, como por ejemplo, proyectos llevados a cabo sin un análisis previo del terreno, o con un desconocimiento completo de las necesidades de la población local. Millones y millones de euros despilfarrados sin ningún sentido, cuyo único objetivo es llenar los bolsillos de algunos indeseables, justificando las necesidades que tiene el mal llamado “Tercer Mundo”. Y es que muchas veces, las necesidades de estos países son creadas directamente por estos organismos de cooperación, que llegan en tropel, arrasando, con las últimas tecnologías y los mejores equipos, sin pensar que cuando se acabe la subvención de turno se marcharán y abandonarán el proyecto sin haber dejado una solución real al problema. Errores garrafales en consonancia con la estructura de este sistema globalizado, pero que en este sector son siempre maquillados bajo el prisma de la ayuda humanitaria y la benevolencia de Occidente.
De vuelta a nuestra expedición, por la noche y tras una buena siesta, recorremos con Alvar y Esther las calles de Ziguinchor antes de sentarnos a cenar. La oscuridad es total en la mayoría de las calles (excepto en algunas rotondas que mantienen todavía la iluminación de navidad a finales de enero) y el estado del asfalto se encuentra muy deteriorado. Aún así, y aunque el aspecto no resulte muy acogedor, la ciudad tiene bastante vida por la noche, y nuestros amigos nos comentan que es relativamente segura en comparación con otras urbes africanas. De momento, ya notamos que las personas son más amables con nosotros, y que la presión por sacarnos algo de dinero ha disminuido drásticamente desde que salimos de Dakar.
Ya en el restaurante, entre cigarrillos y cervezas, y tras volver a gozar de la buena gastronomía del país (a precios irrisorios si comparamos calidad/precio con Europa ), discutimos ampliamente con nuestros anfitriones acerca de las distintas organizaciones que podemos visitar. Tenemos poco tiempo, un amplio abanico de proyectos y lo mejor: libertad total de elección y de creación. Ninguna organización ha financiado esta expedición, no tenemos ningún objetivo de lucro en mente, y por lo tanto tenemos que aprovechar esta situación para visibilizar proyectos desconocidos para la mayoría, y que mantengan una pureza en su ética a la hora de trabajar. Finalmente, nos ponemos todos de acuerdo, y nos inclinamos por cuatro proyectos que cumplen estos requisitos, a los cuales podemos acceder fácilmente, y que serán los protagonistas de los siguientes artículos. En Ziguinchor, visitaremos un Centro de Protección de menores apoyado por la Cruz Roja Española, y una casa de acogida que combate uno de los principales problemas del país: los niños de la calle. Nos desplazaremos a una pequeña comunidad rural en Enampor para conocer el proyecto autofinanciado de Cineastas en Acción, y por último, nos adentraremos a cientos de kilómetros hacia el interior del país, casi en la frontera con Guinea Bissau, para visibilizar un proyecto local que ha decidido rechazar el término de “Seguridad Alimentaria” para transformarlo en “Soberanía Alimentaria”.
(Continúa el próximo jueves en el Mundo de Mañana)
Redacción: Antonio Grunfeld
Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld, AFP
Llegamos a Dakar. El calor y la fuerte humedad nos devuelven rápidamente a aquel verano de 2008, cuando mi compañero Ramón Montero y yo pisamos África por primera vez. En aquel entonces, vinimos a visitar a un amigo que vivía en Dakar, y gracias a él hicimos una buena toma de contacto con el país.Ahora todo ha cambiado. Desde el taxi podemos apreciar como han proliferado los grandes edificios y se han multiplicado los carteles luminosos de los sitios más elegantes de la ciudad. Por supuesto, nuestra mirada también es distinta; ya no recibe ese primer impacto que sufrimos hace cuatro años, cuando las calles poco iluminadas ya eran motivo de reflexión. En ese aspecto, Dakar sigue igual: los taxis se caen a pedazos, las calles están mal asfaltadas y las siluetas de personas andando se cruzan constantemente por nuestro oscuro camino. Y la pobreza. La gente durmiendo en las aceras y los niños mendigando en las calles nos recuerdan que hemos abandonado las comodidades de Europa y ahora estamos en África.
De camino a nuestro primer destino, el barrio de Ouakam, nos topamos con un coloso de estilo soviético, que no estaba hace cuatro años. Se trata del “Monumento al Renacimiento Africano”. Una estatua con un tamaño superior al de la estatua de la Libertad, que nos muestra la figura de un hombre que sujeta con una mano un niño y con la otra a una hermosa mujer. Esta figura del ideal físico y familiar africano, fue un encargo del ex presidente Abdoulaye Wade a una empresa norcoreana por valor de 27 millones de dólares. Construida en tierras de su propiedad, el ex presidente se encargó de cerrar un acuerdo por el que recibe un 35% de los ingresos que pagan cada día los turistas y visitantes por subir a la cima de la estatua. Un ejemplo más de clamorosa corrupción africana, que me recuerda a una frase que un día me dijo Mohammed Sow, mi cuñado de origen egipcio y mauritano: “Los políticos africanos roban lo mismo que los europeos, pero la diferencia es que los africanos lo publican orgullosos, mientras que los europeos lo hacen a escondidas”.
De camino a nuestro primer destino, no somos todavía conscientes de la suerte que nos va a acompañar durante todo el camino. Hacía quince días habíamos decidido viajar a Senegal, sin nada planificado, y con el único objetivo de hacer algunas fotos. La buena fortuna y sobretodo las personas que nos encontramos en el camino, variaron por completo el rumbo de la expedición. Nuestro nuevo destino era entonces La Casamance, al sur del país, y nuestro propósito: visitar cuatro proyectos de cooperación para visibilizarlos a través de AGARESO (Asociación Galega de Reporteros Solidarios).
En nuestra primera parada en la capital, nos encontramos con Jara Campelo. La conocimos en 2008 como becaria de la AECID y era el único contacto que nos quedaba en Dakar desde entonces. En ese momento, no nos podíamos imaginar que su buena relación con AGARESO y su experiencia en el país fuesen a ser tan importantes en nuestro proyecto. Desde el primer momento, Jara rebosa energía y ganas de ayudar. Nos abre las puertas de su casa, y comienza a darnos algunas claves del país, en el que lleva instalada seis años. Nos cuenta como ha subido el precio de la vida en Dakar, a raíz de la llegada masiva de expatriados. La crisis en Europa ha llevado a muchos empresarios, la mayoría de ellos franceses, a buscar fortuna en África. Esto ha aumentado el precio de los alquileres y de la comida en el mercado, a la vez que se multiplicaban el número de comercios y centros comerciales de nueva construcción. “No tiene sentido que construyan una pista de patinaje en un centro comercial, cuando la gente está sin luz en sus casas” nos comenta Jara. Antes de instalarse en Dakar, vivió cuatro años en Kolda, la segunda ciudad más importante de La Casamance. Allí estuvo trabajando para la Cruz Roja española, y conoció a su marido Ibú. Ella mejor que nadie, podía hacernos una breve introducción de las problemáticas de esa zona.
La Casamance
Situada al sur de Senegal y dividida por el río Gambia que da nombre al país, La Casamance limita también con la Guinea Bissau. La peculiaridad de esta zona, si la comparamos con el resto de regiones del país, es el conflicto armado que se mantiene desde hace más de 30 años. Debido a su peculiaridad geográfica (separada del resto del país por Gambia), La Casamance ha sido olvidada por lo políticos senegaleses durante años. En este olvido también han influido motivos étnicos y religiosos, ya que allí Los Wolof son minoría entre muchas otras etnias. Este abandono de la región junto con las diferencias culturales, propiciaron el nacimiento de un movimiento secesionista en 1982. Desde entonces, los enfrentamientos entre el ejercito senegalés y los rebeldes han causado miles de muertos y heridos, muchos de ellos a causa de minas anti-persona. Los rebeldes se encuentran principalmente en las zonas fronterizas, y en el interior de la región. Para evitar robos y secuestros, las carreteras de la zona son cortadas por las noches y las embajadas internacionales recomiendan no salirse de la carretera que lleva a la zona turística (Cap Skirring). Pero la situación realmente no es tan dramática, y la zona es relativamente segura. Prueba de ello es la gran cantidad de ONG’s internacionales que operan allí.
Dejando el conflicto a un lado, nosotros habíamos oído hablar de La Casamance por su paisaje y, desde que decidimos viajar a Senegal, todo nos estaba guiando en aquella dirección. Ya teníamos pensado visitar un proyecto de cooperación ahí, y Jara nos dio unos cuantos contactos interesantes a los que llamar.
Antes de dejar Dakar, hacemos las visitas turísticas de rigor, esperando la salida del barco que nos llevará a La Casamance. Cuatro años después volvemos a pisar el mercado Sandagá, el cual representa totalmente la frase de Kapuścińsky en Ébano, donde dice que la vida en África gira en torno a los mercados. Millones de pequeños puestos a los dos lados de la calle, forman laberintos muchas veces sin salida. Manadas de gente abarrotan las calles entre un tráfico y un calor infernal. Dos blancos con mochilas resultan muy atractivos para los vendedores ambulantes de souvernirs, hasta el punto de que no podemos caminar solos más de unos minutos.
En nuestro camino se cruza Momo, un joven senegalés que estuvo viviendo en Barcelona, y que con un par de bromas y muy buen hacer, nos engancha para visitar la tienda de su hermano. De camino paramos a tomarnos un té que ofrece un mujer instalada sobre un taburete al borde de la acera. Entre sorbo y sorbo, Momo nos cuenta como han proliferado en estos últimos años los negocios llevados por europeos: “El problema es que los únicos emprendedores aquí son siempre los blancos, mientras que los senegaleses solo podemos ser empleados”.
Aparte del mercado y de algunas playas, Dakar no es una ciudad muy atractiva para el turista. Sin olvidar la obligada visita a Gorée. Esta isla fue uno de los puntos clave del comercio de esclavos en le época colonial, y todavía mantiene los edificios por los que pasaron millones de africanos, antes de partir para América. A media hora en ferry desde el puerto, Gorée no solo obliga al turista a una reflexión sobre la falta de humanidad de aquella época. La isla, además, alberga a multitud de artistas que aprovechan la belleza y la tranquilidad del lugar para crear e intentar vender sus obras al turista.
Pero pronto nos cansamos de ser dólares andantes, y abandonamos el bullicio poco aconsejable de Dakar. Tráfico, contaminación, ruido y sobretodo esa presión constante para que soltemos dinero, no son en absoluto representativos del país. Lo mejor está fuera. Nos subimos al ferry Aline Sitoe Diatta, el cual toma su nombre de una heroína del sur de la Casamance, que lideró una insurgencia contra la colonia francesa, y que se mantiene como uno de los símbolos de la resistencia en África Occidental. Tras quince horas de navegación, alcanzaremos nuestro primer destino: Ziguinchor, capital de la Casamance.
Durante el mitin de las Generales de 2011 en Matadero leyendo la carta de mi amigo Erick Rivera // Foto: Thomas Cristofoletti
Es la hora. No me canso de decirlo. Se me hace tan evidente… Los ecos rebotan por todas las esquinas de la tierra, las voces conscientes son capaces de mirar al horizonte sin quemarse las retinas, los que fueron bautizados como «sin voz» gritan y su grito hace retumbar cimientos milenarios. Quizá, como decía Casaldáliga, sea «tarde, pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer futuro». Sea como sea, y sin quitarle nada de razón, es la hora. Algo nuevo está naciendo y, aunque muchos no sean capaces aún de intuir exactamente qué, lo cierto es que el sistema injusto que hemos conocido hasta hoy se encuentra herido de muerte y la puerta está abierta a las propuestas que piden otro mundo posible (y necesario). Es muy probable (yo así lo creo) que, como terminaba el mismo Casaldáliga en ese poema breve pero contundente como un himno, sea «tarde, pero es madrugada si insistimos un poco».
Son las 2:43 de la noche. Se me ha vuelto a ir la cosa de las manos. La gata Gipsy, resignada ya a unos horarios y unos ritmos que no entiende, duerme en mi regazo mientras escribo. De fondo, ‘Where the streets have no name‘ de U2 me acompaña como ya lo hiciera en los momentos previos de otra gran aventura. Os escribo, a todos mis amigos y a todos los seguidores de el Mundo de Mañana, para informaros de que, desde hace cuatro días, me he presentado como candidato a las primarias del partido Por Un Mundo + Justo de las que saldrá elegido el candidato para las Elecciones Europeas del 25 de mayo. Podéis imaginar mi emoción mientras escribo estas letras.
Soy militante de Por Un Mundo + Justo desde hace ahora seis años y desde entonces he tenido la oportunidad de luchar y crecer al lado de un equipo humano maravilloso, incansable y coherente. He conocido a grandes personas, he buscado en conjunto soluciones reales a la pobreza y he aprendido, desde lo pequeño, que hacer otro tipo de política es posible. El partido, por si su nombre no fuera lo suficientemente explícito acerca de sus intenciones y posicionamientos, lleva por lema que «el fin de la pobreza es una decisión política». Desde esa premisa, a lo largo de distintos programas electorales, líneas estratégicas, campañas y posicionamientos, pretende erradicar las causas de la pobreza en el mundo desde la mesa donde se toman las decisiones que afectan a los pueblos empobrecidos del Sur. Ser un ariete en los distintos parlamentos para todos esos países y comunidades que sufren los efectos depredadores del Norte sin tener ocasión alguna de votar o negociar en decisiones que les afectan directamente. Ser, a fin de cuentas, el altavoz de los ‘nadies‘ en este Primer Mundo que ahora descubre, con pánico, lo que es estar en una crisis a la que hemos forzado a continentes enteros durante siglos.
Me presento, como digo, y lo hago con la convicción (y la esperanza) de que otro mundo y otra Europa son posibles. Si me atrevo a dar este paso es porque me siento lo suficientemente arropado por compañeras y compañeros con los que he tenido el placer de trabajar a lo largo de estos seis años y porque siento, con la urgencia de la responsabilidad, que muchas voces y miradas queridas me traen hasta aquí. A finales de 2010, después del año que compartí con mis hermanos y hermanas de Honduras, tras los doce meses que marcaron un antes y un después en mi vida, al final de ese camino de crecimiento y compromiso para la eternidad con un pueblo y unas causas, les hice una promesa. Ellos me dejaban que me fuera a cambio de que yo fuese su «misionero allá en Europa», de que trabajase en su nombre por cambiar las injusticias que les bloquean a ellos y a tantos pueblos como el suyo. Yo sellé mi palabra, sin ningunas ganas de marcharme, con un anillo de madera de coco. Va siendo hora de cumplir promesas.
Estoy seguro de que será un proceso muy interesante y sin duda novedoso dentro de la política española (nuestros futuros compas de coalición Equo y poquitos más se animan a ello) que os invito que sigáis a través de los distintos canales y redes sociales del partido. Mis siete compañeros de primarias tienen mucho que ofrecer y que decir y desde ya mismo os animo a que echéis un vistazo a su propuesta y su discurso. Son un equipo excelente del que estoy orgulloso de formar parte. Sin duda, va a ser un proceso fascinante y que nos ayudará a seguir creciendo en el modelo de democracia en el que creemos.
Desde este mismo momento os invito a que me lancéis todas las preguntas, cuestiones y sugerencias que creáis oportunas para tenerlas en cuenta y entablar diálogos que nos ayuden, entre todos, a hacer política más allá de las urnas. Yo, por mi parte, intentaré abrir debates y temas de política europea en mi cuenta de tuiter para expresaros mis ideas y propuestas. En otra entrada cercana os hablaré en condiciones del Fraternismo, manifiesto ideológico elaborado junto a mis amigos Arturo Warleta y Paloma Rosado que forma la base de mi visión del mundo y de la revolución a la que estamos llamados las personas de este tiempo nuevo.
Es la hora. Una Europa que permite los paraísos fiscales de los opresores mientras dispara balas de goma a los que se ahogan a sus puertas es una Europa muerta. La gente clama un cambio necesario y desde la raíz. Es la hora. La mayor denuncia será comunicar, a voz en grito, la esperanza. Gritarles que sí, se puede.
Así es, tal día como hoy, un 9 de enero de 2012, nacía el Mundo de Mañana bajo una profecía y un llanto de bebé. Decíamos de ese llanto que, en tanto que puerta a la vida, era un llanto esperanzado. Hoy, dos años después, hemos ido descubriendo a vuestro lado que la mayor denuncia no es otra que comunicar la esperanza. Desde entonces hemos vivido juntos desde un fin del mundo hasta dos años de gobierno del PP (que para el caso…), pasando por el inicio del desmantelamiento de El Gallinero o la llegada de un inesperado Papa. Dos años intensos cargados de noticias, luchas y proyectos.
En el que queda atrás dejamos uno de los momentos más intensos en la vida de el Mundo de Mañana, el dichoso (por la dicha que supuso) proyecto de crowdfunding que entre todos conseguimos. Hoy, cuando han pasado los seis meses programados para la financiación, podemos decir orgullosos que los objetivos se han ido cumpliendo en mayor o menor medida. La página ha ido creciendo y mejorando para ser más accesible y más ágil, han salido a la luz nuevas y exitosas secciones y ya hemos hecho los contactos con todos los nuevos colaboradores para estrenar este 2014 como merece.
En el vídeo de celebración que encabeza la entrada podréis ver algunas de las novedades y mejoras que hemos ido realizando y que irán apareciendo en las próximas semanas (nos guardamos algunas sorpresas bajo la manga…). Para compartir con todos vosotros nuestra celebración completa y nuestra alegría, os dejamos también todas las estadísticas de este año en este enlace. Los datos son más que satisfactorios y animan a seguir trabajando en este proyecto común. De nosotros, los monos analistas de datos de WordPress dicen:
«La sala de conciertos de la Ópera de Sydney contiene 2.700 personas. Este blog ha sido visto cerca de 20.000 veces en 2013. Si fuera un concierto en el Sydney Opera House, se se necesitarían alrededor de 7 presentaciones con entradas agotadas para que todos lo vean.
En 2013 hubo 95 artículos nuevos, aumentando el archivo completo de este blog a 185 artículos. Hubo 228 imágenes subidas, ocupando un total de 63 MB. Eso es cerca de 4 imágenes por semana.
El día más movido del año fue junio 18th con 440visitas. El artículo más popular del día fue Tiran abajo El Gallinero. Qué dolor… Qué vergüenza….»
Por último, en un increíble e inesperado mágico combo, terminamos esta entrada de celebración ni más ni menos que con la esperada y nunca suficientemente bien ponderada Encuesta de la Semana. ¡Así es, amiguitos y amiguitas de el Mundo de Mañana! Un año más os damos la oportunidad de poner nota a nuestros esfuerzos escondiéndoos bajo el ruin a la par que cobarde anonimato que nos ofrecen las redes. ¡No desperdicien esta increíble oportunidad!
¡Muchas gracias, de corazón, por hacer esto posible y demostrar vuestro interés! ¡Ojalá seamos capaces de seguir alimentando vuestra curiosidad y vuestra necesidad de información alternativa! ¡Seguimos creciendo juntos! ¡No dejéis de exigirnos!
Ya está aquí. Tras muchos meses esperándolo y algunas semanas anunciándolo, ya está aquí. Tal y como os informábamos a través de la encuesta de la semana y las redes sociales, ha salido a la luz ‘Cuaderno de Bitácora’, mi primer libro y también el primero de el Mundo de Mañana. Es una satisfacción muy grande y todo un lujo para mí el poder contároslo personalmente a todos los mañaneros y las mañaneras a través de esta página. Actualizaciones como esta son las que compensan entradas con realidades más tristes e injustas. De vez en cuando, también apetece dar noticias buenas.
Como os digo, saco libro y un libro este muy relacionado con el Mundo de Mañana. El proyecto ya se medio anunciaba en los objetivos del crowdfunding en el que nos embarcamos en el mes de junio, en el que adelantábamos la publicación de un compendio con los mejores artículos de lo publicado hasta ahora. Así, en cuestión de medio año y en gran parte gracias al impulso de vuestro apoyo, llega para cerrar el año con broche de oro este ‘Cuaderno de Bitácora’ con las diez mejores historias de la página, el cuaderno de Nicaragua y un relato inédito sobre la realidad cotidiana de El Gallinero. Una selección recogida en 86 páginas que publico a través de la editorial Bubok, una plataforma on line de autoedición (ya llegará el día en el que la fama ponga a nuestras puertas a varias editoriales pegándose por conseguir nuestros textos y pretendan untarnos con sus premios…).
El título, ‘Cuaderno de Bitácora’, refleja, obviamente, el lugar de nacimiento de los textos que se ofrecen, pero también juega con el símil marinero. El libro no deja de ser, con sus rutas, sus paisajes, sus experiencias y sus reflejos, el cuaderno de viaje en la travesía de mis dos últimos años de vida. De ahí que la selección de las diez historias sea profundamente personal y alejada, hasta cierto punto y relativamente, de la actualidad. Dejo las noticias para el digital. Al papel he querido trasladar aquellas vivencias que no quiero que se lleve el viento.
Como podéis ver, la cosa puede ser apetecible, más en estos momentos del año en los que es más fácil sacar tiempo para leer y para regalar (guiño, guiño). Podríamos decir, exagerando cual periodista, que es casi una pieza de colección para los seguidores de el Mundo de Mañana, un libro que está pidiendo a gritos vuestra estantería, oh mañaneros y mañaneras!
¿Cómo conseguirlo? Muy sencillo, sólo tenéis que pinchar en este enlace y os lleva directamente a la librería de Bubok. Allí, por diez leuros de nada, podéis haceros con la edición en papel y por cuatro leuros con la edición para ebook, que de todo habrá. También podéis acceder pinchando en la imagen que abre el artículo (que no es otra que la portada del libro), os llevará hasta ese mismo sitio. ¡Y, oye, si os gusta la cosa y creéis que merece la pena, no dejéis de compartirlo con vuestros conocidos!
La presentación oficial en sociedad será este domingo en un recital (el último del año) que daré ex profeso en el café El Despertar (C/Torrecilla del Leal, 18; <M> Antón Martín) a eso de las 21:30. ¡Si ya os habéis hecho con vuestro ejemplar, os lo firmo! ¡Venid, anda, que va a ser un recital con banda y muchas sorpresas!
¡Espero que os guste! ¡Gracias por vuestra confianza!
De entre los miles de titulares y noticias que anegan nuestros ordenadores, nuestros teléfonos, nuestras redes sociales y nuestras ru(e)tinas, el otro día me sorprendió esta. El redactor, alejándose lo más posible de la poesía, titulaba: «Descubren el fósil más antiguo de pequeños insectos copulando». La imagen principal es la misma que encabeza este artículo y que lleva una semana rondando por mi escritorio. Dos insectos frente a frente en un abrazo de piedra.
«Descubren el fósil más antiguo de pequeños insectos copulando». Y a nadie le sonroja este acto de flagrante voyeurismo. A nadie le preocupa la intimidad más profunda de estos dos insectos a los que el destino les alcanzó quizá en el momento más dulce. Sólo son insectos, puede que pensemos, insectos además pequeños y antiguos. Como si el tamaño o la edad tuvieran la más mínima importancia para estas dos criaturas congeladas en el tiempo, para estos dos animales que se miran a los ojos ya para toda la eternidad, para este abrazo armónico, casi simétrico, de dos partes de una misma cosa. Les miramos y, con nuestra mirada insolente, les hacemos más pequeños. Rodeada de ojos curiosos, de lupas, de microscopios, de cámaras de fotos y vitrinas para especialistas, esta escena de amor animal (y por lo tanto pura) no entiende a qué tanto revuelo, a qué tanta alarma y satisfacción rijosa de científicos solitarios. Quizá, abrumados, se sientan mal, piensen que están haciendo algo inadecuado, algo incorrecto. Puede que incluso se avergüencen, desnudos como están, delante de tanta gente. Quizá sientan ya, ante las portadas de las revistas, que es antinatural ese abrazo infinito. Que no es amor lo que hacen sino una «cópula». Quién sabe si acaso quieran, azorados y reprimidos, separarse, soltarse las manos, desligarse de la dureza del fósil y esconderse hasta encontrar otra ocasión más adecuada y escondida. Tal vez, si lo hicieran, estos dos insectos protagonistas de un amor de antes de las historias de amor no volvieran a llamarse por pura vergüenza. ¡Es posible que estos dos enamorados no volviesen a verse nunca a causa de nuestra curiosidad estéril! Mientras, la imposibilidad de volar de la piedra, les mantiene mirándose a los ojos, dejando entrever en sus pupilas el enrojecimiento de las mejillas que la ceniza prehistórica oculta. Nadie les ha preguntado.
Sin embargo, todo tiene un sentido. Lo explica el investigador Dong Ren de la Universidad Capital Normal en China, el descubridor de hallazgo, el primer voyeaur. «Este raro fósil proporciona informaciones importantes para comprender sus posturas para reproducirse y la orientación de sus órganos genitales». A Dong Ren nunca le han abrazado así. Nunca ha hecho el amor mirándose a los ojos. Nunca ha conseguido que el tiempo se congele en su dormitorio. No sabe cuál es la orientación de sus órganos genitales. Dong Ren nos enseña a dos criaturas que murieron haciendo el amor. Los periodistas les llaman antiguos y pequeños. Todos hablan de sus complejos y se disfrazan de personajes para justificarse.
Cuando pase el revuelo, cuando ya no sean importantes las posturas en las que uno haga el amor, cuando la censura china lleve al olvido esta imagen antes de que se convierta en un lema revolucionario de amor por encima de la muerte, los complejos y los juicios, estos dos insectos, ya recompuestos, sin el temblor de la reprobación en las palmas de las manos, seguramente volverán a su abrazo tranquilo, pasional y eterno, conectados para siempre por el centro de sus vientres. Y es un consuelo.