Han pasado ya dos días desde que el pueblo fue a votar y aún no hay datos concluyentes. En medio de la tremenda expectación, la última cadena nacional (conexión oficial del gobierno en todos los medios de comunicación a la vez, algo así como el mensaje del rey por acá) celebraba el cumpleaños de la hija del presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE). Con un total del 67% de los votos escrutados, las sospechas de fraude electoral y las incidencias demostradas han llevado a dos de los partidos en contienda a no reconocer los resultados ofrecidos hasta ahora. Es Honduras, «donde el tren chocó con el barco y el avión chocó con el carro». Quien la probó, lo sabe.
Estos comicios son históricos en el país centroamericano, de ahí la intensidad con la que se están viviendo todos los pasos que desde el pasado domingo se vienen dando. Son las primeras elecciones tras aquellas tan manipuladas que pusieron en el poder a Porfirio «Pepe» Lobo después del golpe de Estado contra Manuel Zelaya. Es la primera vez en la historia del país en la que pequeños nuevos partidos ponen en jaque el bipartidismo oficial que durante décadas han mantenido el Partido Nacional y el Partido Liberal. De ellos destacan el Partido Anti Corrupción «PAC», nacido hace escasos meses y coordinado por el periodista deportivo Salvador Nasralla, y muy especialmente el Partido Libertad y Refundación «Libre», surgido de las bases del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) que apareció en 2009 como reacción al golpe de Estado y encabezado por Xiomara Castro, esposa del depuesto Zelaya.
Cuando escribo estas líneas, Libre es la segunda fuerza del país tras el Partido Nacional, encabezado por el delfín de Pepe Lobo, Juan Orlando Hernández. Las pruebas de fraude electoral en algunos centros de voto y la tardanza en presentar los resultados oficiales (aún no hay presidente electo de manera oficial en Honduras), han llevado a Libre y a otros partidos a no reconocer los resultados de las elecciones, lo que deja al país en el clima de inseguridad política. Muchos medios locales ya están comenzando a calificar la situación de «crisis política» que puede que sea «superior a la del golpe de Estado». A pesar de que hubo un llamado por parte de la coordinación del FNRP a tomar las calles, lo cierto es que hasta la fecha no han pasado de cientos los ciudadanos indignados que han salido a tomar la vía pública. No es así, sin embargo, en las redes sociales, donde las sospechas de fraude son generalizadas.
El escenario que deja el resultado electoral es, a todas luces, preocupante. Los dos candidatos de los dos partidos más votados se consideran presidentes legítimos y no parece que vayan a dar marcha atrás. Esto podría generar una crisis institucional seria y un caos que, en cualquier caso, acabarían pagando los ciudadanos. Otro de los problemas es la propuesta estrella que ha aupado a Juan Orlando Hernández a la victoria: la creación de una Policía Militar que acabe con la violencia en Honduras. En el país más violento del planeta eso significa carta blanca para militarizar por completo el país y saltarse a la torera los Derechos Humanos más básicos. El candidato del partido que años atrás impusiese la inservible «Ley de Mano Dura» y que sigue bajo sospecha por incendios en los distintos presidios del país en los que mueren calcinados cientos de miembros de las maras, se autoimpuso como lema electoral «hacer lo que tuviera que hacer» para acabar con la violencia. No son pocos los afiliados del Partido Libre que temen que bajo ese «lo que tenga que hacer» se aproveche para eliminar a disidentes políticos. Las sospechas están más que fundadas a la luz de los muertos que su base social puede poner sobre la mesa tras cuatro años de guerra silenciosa contra el FNRP disfrazada por lo general bajo la excusa del crimen común. Una práctica habitual que se ha aprovechado de la reivindicación de la lucha no violenta del frente para hacer contra este las mayores tropelías.
A pesar de todo esto, pase lo que pase al final del escrutinio total, lo que parece indudable es que finalmente el bipartidismo ha quedado roto y que el Partido Nacional tendrá que vérselas en las instituciones con su enemigo frontal, el Partido Libre, para gobernar durante los próximos cuatro años. Que la cuarta fuerza vaya a ser un partido que lleva por nombre y lema la lucha contra la corrupción habla mucho y muy claro de las reivindicaciones de los ciudadanos hondureños. Habrá que dejar el ojo de los Derechos Humanos puesto sobre Honduras y estar muy pendiente de lo que pueda ir pasando.
Merece la pena que nos planteemos que implicaciones puede tener todo lo que está pasando en Honduras con nuestras luchas a este lado del charco. La lucha del FNRP probablemente haya sido la primera revolución latinoamericana que desde un primer momento y hasta ahora optó por la no violencia, dejando muchas vidas por el camino. Su tenacidad y la seguridad de la justicia de sus objetivos les llevó, no sólo a continuar tomando la calle durante cuatro años, sino a arrebatarle el puesto en el gobierno al segundo partido del país (quién sabe si eliminando los fraudes serían los primeros, tal y como reclaman). Traspasando esto a nuestras luchas nacidas a raíz del 15-M, debería iluminarnos para hacernos conscientes del gran poder que tiene el pueblo organizado y de las implicaciones personales que conlleva la lucha no violenta. Aunque en un artículo posterior analizaré todas estas implicaciones a la luz de la situación del movimiento social ahora en nuestro país, no quería dejar de apuntarlo en esta reflexiones y análisis sobre lo que está pasando ahora mismo en Honduras. No vaya a ser que, de pronto, nos olvidemos de que la lucha es global y caigamos en la tentación de olvidarnos de nuestros hermanas y hermanos hondureños en un momento tan crucial de su historia en el que nos reclaman.
No puedo resistirme a poner este vídeo en el Mundo de Mañana. Podría hacer las veces de Salón de Invitados, por el testimonio que supone y también por el deseo de que quizá, alguna vez, pudiera pasarse por acá su protagonista (¿imaginan?). El pasado 12 de septiembre, Bruce Springsteen actuó en Santiago de Chile. El día anterior se cumplían 40 años del golpe de Estado que mataría a Allende y a la democracia en el país latinoamericano. Lo que nadie podría esperar es que «el Jefe», demostrando el por qué de su sobrenombre, en un momento de su concierto parase para comenzar a hablar en español de su primer encuentro con familiares de los desaparecidos en Chile en el año 88. Notablemente emocionado, resaltó que llevaba ese recuerdo en su corazón y, para sorpresa de todos, afirmó que «si eres un músico político, Víctor Jara sigue siendo una gran inspiración». Tras esto, y una vez se excusó por su español, a la voz de «Víctor Jara vive», comenzó a tocar en una solemnidad mágica la histórica ‘Manifiesto’ del cantautor chileno.
Ver el vídeo e imaginarse la reacción de los asistentes al concierto pone los pelos de punta. Grande, muy grande, Bruce Springsteen. No tenía por qué hacerlo, nadie se lo hubiera reprochado. Pero en un gesto de humildad y de coherencia que le honra, la estrella del rock internacional se hizo chiquita para cantar esto:
Gracias, Bruce, de corazón. Gracias.
Hoy es uno de esos días especiales para el Mundo de Mañana. El invitado que esta mañana llega a nuestras páginas es de los que aumenta indeciblemente el tono periodístico de lo que aquí se cuenta. Se trata de Gustavo Cardoza, periodista hondureño por los Derechos Humanos y compañero de Radio Progreso, el medio resistente que me permitió trabajar a su lado durante mi estancia al otro lado del charco. Viene de la mano de Karla Rivas, redactora jefe del mismo medio, gran periodista y buena amiga a la que en el futuro podremos leer también por aquí. No se va a escapar, no.
La vocación periodística de Cardoza por los Derechos Humanos y la paz es indiscutible. Ha destacado por sus reportes durante el golpe de Estado que sufrió el país centroamericano en 2009 de la mano de Roberto Micheletti siendo una de las voces que más ayudaron a que internacionalmente se conociera lo que estaba pasando a lo largo del estado de sitio. En este enlace de podcast, que pone los pelos de punta, se puede escuchar en directo su detención a manos de la policía hondureña el 14 de agosto de 2009 mientras se encontraba cubriendo las represiones militares a una manifestación de la resistencia. Sin embargo, en esta ocasión, viene a hablarnos de lo que sin duda ha sido la noticia más importante de los últimos tiempos en Honduras: la tregua de maras. Tenemos el privilegio de contar con la voz de alguien que estuvo presente en el presidio de San Pedro Sula esa mañana y que, en palabras de Karla Rivas, «vio, tocó, olió y vivió todo el proceso del día de la tregua. Él cuenta de una manera muy humana este evento importantísimo para quienes aspiramos y trabajamos en procesos para contruir la paz.»
Sin más dilación, damos paso las palabras de Gustavo Cardoza. Orgullo, como digo, para el Mundo de Mañana.
Paz y perdón, gritos de una sociedad herida
Un día soleado en la norteña ciudad de San Pedro Sula. El reloj marcaba las 9:00 de la mañana. A partir de allí incrementaba la expectativa de oír en voz de los líderes de las dos organizaciones que en la última década han mantenido a la población atemorizada, la tregua que se había anunciado.
Un nutrido grupo de periodistas, comunicadores, camarógrafos y reporteros se dieron cita en la entrada del centro penal Sampedrano. Hoy era escenario de una declaración pública, de un pacto. Ese mismo escenario fue testigo, en el 2004, un 17 de mayo; de otra situación protagonizada por los pandilleros. En esa ocasión los pandilleros pidieron que se les escuchara con gritos de desesperación. 107 privados de libertad fueron víctimas mortales de un incendio.
La zona muerta fue el pasillo que nos condujo hacia el recinto de la MS-13. Los custodios abrieron el portón de entrada al lugar donde permanecen los integrantes de ésta organización. La primera imagen fue un grupo de jóvenes trabajando la carpintería, bajo una galera, los ruidos de las máquinas y el olor a pintura. En el patio camas, mesas y sillas, secándose a pleno sol.
No transcurrieron muchos minutos cuando aparecieron, bajo la sombra de un árbol, los líderes de la MS-13 que se apostaron para dar las primeras palabras. Los medios de comunicación ansiosos, se ubican las cámaras, los micrófonos. Un integrante de la MS, cruza sus brazos frente a todos los periodistas:
“Gracias por transmitirle a la sociedad lo que nosotros queremos demostrarles… Ante Dios pedirle perdón por todo, pedirle también perdón a la sociedad si en algún momento hicimos daño, pedirles perdón a nuestras autoridades…” los líderes de la MS fueron claros en su discurso y los periodistas seguíamos anotando y grabando.
“Nosotros lo que queremos es trabajar…nosotros lo que queremos es paz con Dios, paz con la sociedad y con nuestras autoridades”.
En Honduras cerca de dos millones de personas en edad productiva, están sin empleo. En ese sentido los integrantes de la MS-13 se hacen eco de una demanda fundamental de la población hondureña. Esa es otra de las promesas incumplidas de Porfirio Lobo Sosa.
Poco tiempo después, cuando el reloj marcaba las 10 de la mañana pasadas; nos trasladamos a la zona de la pandilla contraria; “la 18”. Al entrar, una pared pintada de azul y en unas letras grandísimas se leía: “Eighteen”. Una enorme serpiente plasmada en los muros en azul que resguardan a los integrantes de ésta organización.
Monseñor Rómulo Emiliani, Obispo auxiliar de la Diócesis de San Pedro Sula, y Adam Blackwell, secretario de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA), han sido las dos figuras presentes e intermediarios en éste primer paso.
“…éste es un día histórico también, porque implica un acercamiento de las pandillas, con la sociedad hondureña y con el Estado hondureño…”, dijo Monseñor Emiliani, en quién los miembros de ambas organizaciones depositan mucha confianza.
La pandilla 18, a través de sus líderes, también pronunciaron un discurso muy coincidente con la otra organización: “Venimos aquí en son de paz, queremos pedirle un perdón a toda la sociedad y la verdad de las cosas que queremos un cese al fuego…”
Se insiste por parte de ambas agrupaciones, en que se les escuche, que haya un diálogo serio y responsable: “Ha habido gobiernos anteriores que no nos han querido escuchar y aquí estamos, somos parte de la sociedad también y queremos que nos escuchen. Y necesitamos fuentes de empleo para nuestros hijos el día de mañana”.
Para Carlos Pineda, sociólogo y catedrático universitario, el papel del Estado en la resolución de conflictos en la sociedad es ineficiente.
“El Estado no tiene capacidad para poder lograr este tipo de acuerdos con grupos delictivos o pandilleriles”
Ante el clamor de la población por encontrar un respiro al clima de inseguridad, no deben existir aires de triunfalismo; más bien, entender éste compromiso de ambas organizaciones como un primer paso, pero hay que recibirlo con mucha precaución, sostiene Pineda.
“Hay que valorar el esfuerzo que se está haciendo…hay que darle el beneficio de la duda a los dos grupos pandilleros… por otro lado hay que ver que las pandillas tienen una forma de operar muy estricta, ellos tienen códigos de comunicación, códigos de comportamientos, de respeto a las reglas internas y esperemos que ese sea un factor beneficioso”
Por su parte Casa Alianza Honduras, con sede en Tegucigalpa, sostiene que el Estado debe tener mayor involucramiento en crear las condiciones para la juventud. José Guadalupe Ruela, director de ésta institución afirma que deben abrirse oportunidades reales para la inserción de la juventud.
“Mientras el Estado no abra oportunidades reales de integración y de participación a las jóvenes y los jóvenes; en economía, en la política, en la cultura, en la educación y en la salud pocos serán los resultados que se podrán alcanzar”.
Mientras los expertos y entendidos en temas sociales, los gobernantes, medios de comunicación crean opiniones y generan debate, los pandilleros siguen esperando ser escuchados.
Estar dentro de los muros del centro penal de San Pedro Sula, no es cosa fácil. Un informe del Comisionado Nacional de Derechos Humanos titulado “Panorama nacional de los centros penales a 2010”, explica que para alimentar a un privado de libertad, se tienen presupuestados once lempiras al día, es decir 0.58 centavos de dólar diarios por persona. Las condiciones higiénicas, la atención médica es casi ausente.
Actualmente la población en los 24 centros penitenciarios suma alrededor de unos 12,000 internos y su capacidad es de 9,000. Tiene una sobrepoblación de 3,000 aproximadamente, según el titular de la secretaria del Interior y Población, Áfrico Madrid.
Entre bullas, miradas entrecruzadas y haciendo las últimas anotaciones y entrevistas, todos los medios salieron hacia sus respectivas oficinas. El sol casi estaba en su zénit. El calor sofocante, las salidas de los recintos de ambas organizaciones. Ahora había que contarlo a la población, sería ese día y los siguientes el tema de conversación, en glorietas, en el trabajo, en el puesto de baleadas, en el barrio, en las colonias.
Ahora, quienes están afuera de los muros, son los que tienen la responsabilidad de generar debate, de dialogar, de escuchar a todos los sectores involucrados: gobierno, ciudadanía, empresa privada, movimientos sociales, políticos, medios de comunicación, iglesias, ongs, etc.
Si los miembros de la MS-13 y la Pandilla 18 han tenido la iniciativa de dar un primer paso. ¿No deberían pedir perdón otros sectores que también han hecho daños a la población hondureña?, ¿Porqué esos otros sectores, que también han abierto heridas a Honduras, no dan el primer paso para un diálogo real?; ¿acaso no son los políticos que nos han gobernado por décadas los responsables de encerrarnos entre los muros de corrupción e impunidad?
“Yo alucino que un hijo mío llegue a ser doctor, diputado, o quien quita que sea un camarógrafo…”, “…Que nuestras manos hagan obras buenas, positivas” “ésta onda como les digo, es una semilla que se está sembrando y se espera que sea un árbol de buen fruto…” esas palabras de un pandillero, resuenan más que la bulla de quienes han gobernado a Honduras por décadas.
Hay heridas abiertas, que están palpitando y reclamando por justicia que restaure a las víctimas. Hay mucho camino por recorrer, hay una necesidad de reencuentro en la sociedad para escribir una nueva historia.
-Gustavo Cardoza-
«El martes a la mañana las pandillas van a hacer una declaración pública de una tregua entre ellas. Van a pedir perdón a la sociedad y pedirán diálogo al gobierno, buscan un diálogo con la policía para cambiar su modo de vida. Es el comienzo de una posible tregua». Así de contundentemente se expresaba el pasado viernes el obispo de San Pedro Sula, Rómulo Emiliani. Después de más de dos décadas de una violencia absurda y extrema que ha asolado Honduras convirtiéndolo en el país más violento del planeta, la MS-13 (mara salvatrucha) y la Mara 18 anunciarán hoy martes una tregua similar a la que se dio en marzo del año pasado en El Salvador. La noticia es histórica para un país en el que cada año mueren miles de jóvenes bajo el sinsentido del asesinato convertido en forma de vida y camino de evasión. También lo es teniendo en cuenta que la propia existencia de las maras ha sido la excusa de los distintos gobiernos para desatar una violencia policial abusiva contra la población así como la militarización de determinados sectores como la Rivera Hernández, en San Pedro Sula.
Llama la atención las reivindicaciones que hacen los mareros al gobierno para que se dé esta tregua. Señalaba el mismo Emiliani que «vamos a empezar con la tregua entre las pandillas, pero para que dejen de cobrar impuesto de guerra hay que ofrecerles algo a cambio, es lo que le digo al gobierno, que tiene que dialogar, y para empezar, pongo encima de la mesa la situación de las cárceles, convertirlas en auténticos centros de rehabilitación». Para Adam Blackwell, Embajador para asuntos de seguridad de la OEA, «no hay secretos, las condiciones en los centros penitenciarios de Honduras han sido infrahumanas y el sistema podría recuperar una oportunidad con esto para mejorar sus condiciones, que eso permitiese también rebajar la violencia en el país. Es fundamental en cualquier proceso de tregua que el sistema penitenciario se sanee, que mejore la situación de hacinamiento. Se trata a los privados de libertad como animales y eso nos lleva a que no haya rehabilitación ni reinserción de nadie». En palabras de uno de los líderes de la mara 18, privado de libertad en el presidio de Tegucigalpa, «no podemos estudiar, por ejemplo, no nos permiten hacer deporte, no nos permiten acceder a las medicinas que necesitamos. A cambio podemos ofrecer la cooperación de nuestro barrio fuera, en la calle, que sea necesaria para un pacto, si se cumple, porque estamos de acuerdo en que hay demasiados muertos, demasiada violencia».
No podemos olvidar que, por encima de todo, los que calificamos como mareros no son más que jóvenes, son chavales perdidos y tatuados, hijos de la miseria y de la violencia, social, estructural, física, que ellos mismos vivieron.
Como digo, llama la atención. Los mareros, estos jóvenes, conscientes de la situación de violencia que generan, cuando tienen la oportunidad de exigir al gobierno, piden que les dejen rehabilitarse, que se cumplan unos mínimos Derechos Humanos en las cárceles. Ningún privilegio, ningún indulto, sólo Derechos Humanos. No podemos olvidar el contexto en el que se da esta noticia. Hace apenas un año del terrible a la par que sospechoso y aún no resuelto incendio en el penal de Comayagua. Cientos de presos murieron calcinados antes la pasividad de los carceleros. La mayoría eran pertenecientes a maras. Este suceso es recurrente en la historia del país y acostumbra a coincidir, como ya apuntábamos en nuestro análisis, cuando gobierna el Partido Nacional. Ya pasó hace una década en el mismo presidio de San Pedro Sula desde donde hoy se anunciará la tregua. También hay que tener presente, para analizar este hecho histórico, que cada vez queda menos para las elecciones presidenciales en el país, las primeras a las que se presentará el partido surgido del Frente Nacional de Resistencia Popular como competencia al bipartidismo establecido. Los candidatos son conscientes de que la mayor preocupación de los ciudadanos es la violencia, pero muy por encima de ello, para lo que a sus intereses respecta, está el hecho de que también es la mayor preocupación para inversores extranjeros y turismo. Desde hace algunos meses, de hecho, los medios afines al gobierno intentan disimular, cuando no rebajar, los contundentes datos de violencia en el país.
Queda ahora por ver si esta tregua se traducirá en una disminución real de los asesinatos en el país. No se puede olvidar tampoco que las maras han servido de excusa histórica de los gobiernos para cualquier acto de violencia sospechoso. De hecho, está más que probado que tras el golpe de Estado de 2009 cayeron asesinados varios líderes de la Resistencia y sus familiares en una evidente guerra silenciosa achacándose estas muertes al «crimen común». Que las maras generan un alto porcentaje de la violencia en el país es innegable, pero que en el caso de Honduras hay mucho más que rascar de fondo, también. A pesar del olvido internacional, es fundamental para entender la realidad el hecho de que el país centroamericano sigue bajo el gobierno golpista de Porfirio «Pepe» Lobo, heredero directo de Roberto Micheletti. Entre las dudas que ahora se abren, quizá la más grande sea: cuando las maras dejen de matar, ¿a quién achacará los muertos Pepe Lobo?
Sea como sea, y con todo, cuando hoy en el presidio de San Pedro Sula escenifiquen su tregua dos jóvenes tatuados y perdidos y pidan perdón públicamente por tanta muerte y tanto odio, algunos, mirando con esperanza a nuestra querida Honduras, nos emocionaremos.
Artículo de opinión analizando los acontecimientos del año 2010 en Honduras, publicado por el periódico A Mecate Corto.
Reportaje sobre el uso de las redes sociales por parte de la Derecha hondureña publicado por el periódico A Mecate Corto.
Artículo sobre la realidad de Honduras tras el golpe de Estado de junio de 2009 bajo el prisma del pasado Mundial de fútbol, publicado por la revista Anoche tuve un sueño.