No para el mundo de dar vueltas. No se detiene. El tiempo sopla como un viento suave desde el cosmos haciendo girar a La Tierra sobre su eje. Cada día. Cada hora. Cada instante. No se detiene. El otoño, en estas fechas, también llega con todos sus efectos a las hojas del calendario desparramándolas por los suelos. No nos hemos dado cuenta y el año se ha ido. Sin embargo el mundo, con su contundente rutina, con su indolente y gruesa inercia, no ha parado de dar vueltas, no ha dejado de girar.
Las imágenes que muestran el vídeo que encabeza estas letras fueron tomadas desde un satélite espacial ruso en el intervalo de días comprendido entre el 15 de mayo de 2011 y el 19 de mayo de ese mismo año. Lo que ustedes están viendo, sin darse cuenta, es el 15-M desde el espacio. Ni más, ni menos. Asombroso, ¿verdad? No se oyen los cantos, los «sí, se puede», los «no nos representan», no se ven las grandes lonas azules ni las quechuas, pero están ahí. Entre ese baile cíclico del Sol sobre los océanos y esas nubes derramándose desde la atmósfera estamos nosotros, está usted, comenzando a soñar un tiempo nuevo. Con todo, desde la perspectiva de las estrellas, casi ni se intuye. Bien es cierto, valga como consuelo, que la cámara no nos enfoca, pero tenemos que asumir que, en justicia, ese cambio no se ve en las imágenes.
El tiempo y la esperanza que no se ven, pero están.
Quizá por la cada vez mayor elasticidad de mis horas o tal vez por las tres incómodas, indeseadas y prepotentes canas que me han salido en la barba, este año el tiempo y su paso están ocupando mis reflexiones (y mis versos) mucho más de lo que hubiera podido prever. Me agobia a la par que me fascina la plasticidad del tiempo, esa capacidad para estirarse y deformarse, la diferencia en los métodos de medición entre un cronómetro y el cerebro. Me agobia especialmente el cronos, ese tiempo cuantitativo que pasa impertérrito y exacto segundo a segundo, que se va y no vuelve, y me fascina hasta la ensoñación el kairós, ese tiempo cualitativo con el que creamos los recuerdos y vivimos el presente, el tiempo medido por momentos que se nos hacen más o menos largos. Hay tantos kairós personales que se pueden colgar del mismo universal cronos… Mientras todo lo que existe se rige por un mismo cronos, cada realidad, cada vida, tiene su propio kairós, su propio tiempo que la hace única. Y todo ello existe a la vez y se confunde. ¿No es fascinante? ¿No es como para estar agobiado y dándole vueltas constantemente?
Me enrollo. Ustedes no han venido aquí a esto. Son los nervios. Hace tiempo (otra vez lo mismo) que no estaba aquí delante.
Volvamos al planeta con su rotación indiferente. Por mucho que hayan visto el vídeo, por mucho que se hayan fijado, seguirá sin verse la esperanza de la que hablábamos. Pero, sin embargo, sabemos que está. ¡Vaya que si está! Ya estaba antes de ese 15-M histórico y mucho más tras ese estallido en las calles. ¿Lo recuerdan? ¿Estuvieron? (qué de kairós distintos para un mismo cronos). La esperanza, casi como un signo distintivo de nuestros tiempos, ha ido multiplicándose silenciosamente a través de la crisis. De hecho ha sido la propia crisis (sistémica, no económica) la que la ha impulsado, la ha reforzado, la ha convertido en la única opción realista y revolucionaria. Una vez, allá en Honduras, le pregunté al sabio Don Moncho cómo era capaz de mantener la esperanza ante tanta miseria y tanta injusticia. Él, con ese centelleo en los ojos que abrasaba conciencias, respondía claro: «Es lo único que me queda, lo único que tengo. No pienso permitir que me lo quiten». La esperanza es la revolución de nuestros días. A mayor miseria, mayor esperanza. Nos declaramos en resistencia porque hay esperanza de hacer las cosas de otra manera, porque se puede.
Lo he vuelto a hacer. Aún no les he explicado por qué escribo esto. Qué hago otra vez aquí.
Ha pasado el tiempo. Exactamente 293 días desde la última vez que escribí un texto personal para este blog. Nueve meses (un embarazo) desde mis últimas palabras en el Mundo de Mañana. Ha pasado el tiempo y, entre medias, ha pasado una campaña electoral, kilómetros de carretera y horizontes, encuentros fundamentales, una victoria, diez mil luchas, varios escenarios, la vuelta de la poesía, algún susto, tres trabajos, doce alumnos, Alcorcón, El Escorial, peleas con el QuarkXpress y los horarios de los buses, cuatro bodas, tres superlunas, dos visitas al Congreso, la playa, el mar y la vida. Ha pasado el tiempo y pareciera que no. Hace un año no tenía trabajo y hoy fíjense cómo estamos. Ha pasado muchísimo tiempo y no. No para el mundo de dar vueltas.
Lo que no ha pasado, lo que ha aprendido a crecer, es la esperanza. Esperanza como lema y motor de esta página. Esperanza como objetivo y foco de mis esfuerzos. Esperanza (ya lo decía arriba) como revolución. Por eso estoy otra vez aquí. Por eso no he querido esperar a tener nada mejor que contar. Por eso he querido que este cronos (1 de diciembre, primero de mes) se confabule con mi kairós (necesito contar, compartir, volver) para relanzar mi ventanita al mundo, el Mundo de Mañana. Así, sin más campañas ni anuncios, sin avisar, como la vida.
No sé qué deparará a esta bitácora en los próximos meses, no sé de qué hablaremos ni cada cuánto. El corazón me dice que el periodismo de batalla se verá algo relegado por las vivencias y las visiones, pero váyase usted a saber. Seguirá habiendo Cuaderno del Sur, porque me lo pide el cuerpo, y Encuesta de la Semana, porque me divierte. Pero más allá de eso no sé, en esta noche que de nuevo se me está yendo de las manos, hacia dónde navegaremos. Con el bauprés enfocado al Sur, un mar completamente en calma y una bruma gris que desdibuja el horizonte sólo soy capaz de pensar en dos palabras. Sólo me apetece responder ante ellas.
Libertad. Autenticidad.
Es la hora.
Bienvenidxs de nuevo a el Mundo de Mañana. Zarpamos.
Tuve el privilegio, allá por los años de Gente en Madrid, de que Olmo González fuera mi fotógrafo de cabecera. Cada vez que surgía un tema interesante en Cultura, había una suerte de acuerdo tácito según el cuál el que se venía conmigo a cubrir el tema o a tirar libros por la calle era él. De esa colaboración salieron, en la mayoría de los casos, temas vibrantes y, por qué no, divertidos, en los que texto e imágenes iban de la mano. En esos años aprendí a no decirle a un fotógrafo «quiero que me saques esto». Quizá porque el ojo fotográfico de Olmo era y es su mayor baza. Sabía dónde había que mirar y eso, amigos y amigas, es fotografía, por encima de técnicas, cámaras de último modelo o filtros de colores. Una de las últimas colaboraciones que hicimos, casi sin ser conscientes de ello, fue tiempo atrás para este reportaje sobre el 15-M que realizamos para la revista ‘Anoche tuve un sueño’.
Hoy llega a nuestro Salón de Invitados, lo cual es un lujo que me apetecía compartir con todos vosotros, y lo hace en mitad de una apuesta personal muy interesante. Desde hace unos días ha lanzado su propio proyecto de crowdfunding, palabra que no le será ajena a ninguno de los lectores de esta página, y lo ha hecho con unos resultados sorprendentes. Su planteamiento era conseguir fondos para poder sacar una tirada de 100 ejemplares de libro de fotografía ‘Supernova’, lo cual consiguió en apenas una semana desde que presentara la idea en redes. Ahora, con los días que le quedan para cumplir el plazo, está buscando subir la tirada a 250/300 ejemplares o lanzarse de la calidad offset digital a offset. Sin duda merece la pena echar un vistazo a su proyecto y apoyarlo para poder llevarse un ejemplar de ese libro a casa.
El texto que deja Olmo para todos los lectores de el Mundo de Mañana es una reflexión breve pero punzante sobre un tema que, sorprendentemente, está mucho más de actualidad de lo que podríamos llegar a pensar: la moral. En apenas siete párrafos desgrana nuestros miedos y nuestros complejos, así como sus posibles causas, a la hora de asumir el protagonismo que nos corresponde en la construcción del mundo que queremos. Una vez más, Olmo deja una prueba de que, el buen fotógrafo, es el que sabe dónde mirar.
Sobre la moral
Comienzo este artículo con una cita de otro aparecido en el suplemento Culturas de Diagonal, en un texto de Alfredo Torrado sobre el documental The Act of Killing, “Cada vez más, la izquierda está perdiendo incluso en el terreno de esta doble moral, tan cristiana, que se conforma con la victoria moral, la condena simbólica, la buena conciencia, la limosna.”
No voy a entrar en la réplica a Torrado, pues comparto muchas de sus apreciaciones, sino que pretendo ampliar la reflexión acerca del origen de dicha moral, doble o múltiple, cuya forma de imposición social, lejos de ser democrática y procomún, mantiene esquemas similares a cualquier forma de imposición del poder dentro de las estructuras verticales capitalistas, la moral nos viene dictada con orígenes muy claros, sin que podamos siquiera poner en cuestión ni su contenido ni el mecanismo con que tenemos que adoptarla.
Resulta curioso, por no hablar en otros términos, que la generación a la que pertenezco, al igual que las anteriores, hayamos crecido consumiendo una historia tan, en teoría, revolucionaria como es la de Robin Hood. Varias películas, libros, cómics, etcétera, muestran la historia de una comunidad que roba, o mejor dicho, expropia a los ricos para dárselo a los pobres, anulando así el injusto y cavernario aprovechamiento de los recursos naturales, materializados en forma de riqueza acumulada en posesiones de ese 1% medieval, mientras el 99% moría de hambre. Nótese cómo la panda del Sr. Hood también hacían referencia a la necesidad de techo, haciendo uso de la estrategia okupa, esta vez viviendo en el bosque, el mayor de los procomunes de la época. Una historia que, por supuesto, trae de serie el empalagoso amor romántico con princesa incluida, no fuera que los okupas del bosque de Sherwood eligieran otras soluciones más efectivas ante la poco democrática monarquía, como la guillotina.
Pues con este ejemplo en nuestra memoria e inconsciente durante generaciones, se me hace un poco bola en el estómago ver cómo representantes de la política y medios, corren a estigmatizar acciones tan similares con la historia de Robin de los bosques, como las del SAT en Andalucía. Que un grupo de personas decida expropiar alimentos, libros, fincas y lo que surja, de grandes corporaciones y señoritos, para dárselo a familias sin trabajo y con multitud de necesidades básicas sin cubrir, resulta pues un ejercicio casi incomprensible. Robar es malo, nos dicen, pero emiten Robin Hood una y otra vez en la televisión desde hace décadas, casi queriéndonos decir que todo irá bien mientras no nos salgamos del terreno de la ficción, que imaginar un mundo mejor está bien, pero intentar poner remedio al sistema actual para acercarlo a la utopía roza el terrorismo. Y si no, pues nos cambian el código penal para castigar con cárcel a quien,por ejemplo, comparta la riqueza ilimitada de la cultura digital(-izada) con los demás a cambio de un par de banners y pop-ups remunerados. Sobra decir que también podrían penar con cárcel a los periódicos que se lucran con anuncios de mafias de prostitución, que hacen mucho más daño que unas pelis descargadas.
Con estos ejemplos, se ilustra claramente la manera en que la moral nos llega desde arriba, nos es dictada desde púlpitos, antes dominados por la iglesia, ahora por una multiplicación de predicadores escandalosa, todos bien acomodados en su papel de voceros del nuevo 1%, cuyo sistema parasitario del procomún, de la riqueza limitada y necesaria para la vida es expoliada bajo el amparo de leyes, ejércitos, policía, jueces, partidos políticos, medios y, su mayor instrumento, la moral.
Una moral que establece unas normas de comportamiento para vivir en comunidad debería ser el mecanismo más democrático de todos, debería ser el mayor de los procomunes, nadie, y menos quienes hacen uso de ella, criminalizando, por ejemplo, a quienes expropian alimentos para no morirse de hambre, voceros de la moral más pulcra e inamovible, mientras ocultan cuentas en paraísos fiscales y evaden incluso el ser preguntados en el Congreso de los Diputados, digo, nadie y menos estos parásitos del procomún, debiera poder vivir a sus anchas en nuestra sociedad, y menos haciendo uso de la moral para mantenerse en ella. Por ello estimo oportuno rechazar la moral vertical, impuesta desde arriba y con unos intereses muy concretos pero que solo se aplica hacia abajo, para sustituirla por otra horizontal, democrática, procomún, mutable, adaptable a los tiempos, no reaccionaria ni retrógrada, sí inclusiva y establecida mediante el debate razonable y compartido, no mediante la fuerza, la exclusión o la cárcel, y cuyo eje sea el respeto al procomún en todas sus manifestaciones, desde la vida humana, animal y vegetal, el agua, la tierra y el aire, hasta el acceso y el respeto por la cultura, la vivienda, el alimento, los cuidados, el conocimiento y la sociedad compartida, en general.
Por supuesto, este cambio no funcionará si solo se establece en el terreno de lo simbólico, ahí ya hemos ganado, y ya veis para lo que nos sirve, para que el ficticio Robin deje el bosque y se se convierta en Rey al casarse con la Princesa. Puaj.
-Olmo González-
Antonio Sieira dando un mitin en Matadero Madrid // Foto: Thomas Cristofoletti
Tras el increíble estreno de la semana pasada, vuelve a su cita semanal el Salón de Invitados de el Mundo de Mañana. Hoy abre sus puertas a otro buen amigo, Antonio Sieira, presidente del partido Por Un Mundo + Justo (M+J). Sin duda su testimonio tiene mucho que aportar a esta página y sus palabras le resultarán muy interesantes e iluminadoras a más de uno. Conozco a Antonio desde hace ya más de cinco años, momento en que empecé a formar parte de ese sueño revolucionario de un partido enfocado exclusivamente a los más desfavorecidos. Desde entonces no ha habido conversación o momento compartido en el que no me haya sorprendido con su particular forma de ver las cosas y entender el mundo que nos rodea.
Este niño grande de aspiraciones profundas y atemporales tuvo un sueño cuando cumplía sus treinta y pocos que transformó su proyecto personal y el de todos los que se le acercaron. Tras mucho tiempo de lucha desde la plataforma ‘0’7 ya!’, acampadas en el Paseo del Prado incluidas, pensó que había llegado la hora de que las reivindicaciones de las ONG y los movimientos sociales dieran el salto a la política para poner, sobre la mesa donde se toman las decisiones, los derechos de los pueblos del Sur. Una plataforma que permitiera recuperar su voz a aquellos que sufren en primera persona unas políticas por las que nunca han votado ni han podido votar. Hoy, diez años después del nacimiento de ese sueño, con una estructura sólida, un equipo de personas impecable y varias elecciones a sus espaldas, estas son sus palabras:
A los que venís asistiendo a los últimos acontecimientos, no os sorprenderé si os digo que, cuando uno toma perspectiva, y se aleja del estrés del trabajo, del ruido de la tele, del fúbol, de los anuncios, etc., se da cuenta de que no sólo estamos viviendo una época de cambios, sino un auténtico CAMBIO DE ÉPOCA.
Cuando era pequeño, y me contaban lo de los niños de África, yo simplemente quería ayudar. Un poco como en la cadena de favores: uno ayuda a tres, esos tres a otros tres (y ya son nueve), y así sucesivamente.
Ahora que soy mayor, me doy cuenta de que paliar el hambre es la punta del iceberg, y que el mundo, nuestro mundo, es un sitio COMPLEJO, donde coexiste el uso que hacemos de nuestra cuenta corriente, del ordenador o de la nevera con las heridas abiertas por la guerra del Congo, un conflicto generado por el ansia de control de los recursos naturales. Coexiste la exaltación del fútbol con la corrupción política y con la indiferencia por los más débiles. Coexisten los banquetes con las depresiones .
En definitiva, el mundo es complejo, y TODO ESTÁ RELACIONADO. Pero ya hemos dado un primer paso si hemos llegado hasta aquí: somos CONSCIENTES.
Ya lo sabemos. Ya estamos dando pasos. Se incrementa la protesta por la injusticia en la calle. Se consolidan los medios de comunicación alternativa. Ahorramos agua, reciclamos la basura… Somos conscientes en medio de este cambio de época.
Y en este marco histórico y social, casi 10 años antes de que naciera el 15-M, pero 20 años después del auge de las ONGs o 30 años después del inicio de nuestra democracia… y también miles de años después desde que la pobreza se globalizara, NACE EL PARTIDO POR UN MUNDO MÁS JUSTO.
Como partido político, trabajamos desde las estructuras, injustas muchas veces, para transformarlas conforme a nuestra misión. Porque creemos que la pobreza y la desigualdad son los principales retos que tiene nuestra Humanidad hoy en día. Deberíamos, como nos dijo Pedro Casaldáliga, SER EL PARTIDO DE TODA LA HUMANIDAD, CONSCIENTE Y CORRESPONSABLE.
Estamos, en definitiva, llamados a producir ese CAMBIO DE ORDEN.
Pero no es fácil. Decía Maquiavelo que «no hay nada más difícil de emprender, más peligroso de llevar a cabo y con menos garantías de éxito, que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas, porque la innovación tiene como enemigos a todos aquéllos que se beneficiaron de las condiciones antiguas.»
Sin embargo, la experiencia de estos casi 10 años en política nos hace pensar que no somos de esos que tiran la toalla, que se desesperan, que se rinden ante esta empresa tan complicada. Somos un partido que apuesta tozudamente y a contra corriente por:
· la Justicia Universal
· la equidad
· la coherencia
· el compromiso
· la verdadera austeridad
· el rigor y
· la seriedad
Ya sabéis todo eso. Por eso estamos llamados A SUSCITAR ESPERANZA:
· A nosotros mismos, en la medida en que nos identificamos con el proyecto y lo incorporamos a nuestras vidas
· A nuestro entorno cercano
· En medio de las situaciones más difíciles. Debemos promover este nuevo orden posible con y desde los empobrecidos.
· A los responsables de cambiar las estructuras, haciéndoles «pupa» con nuestros votos y cargos electos…
Quiero terminar citando a Nasredin Hodja, un personaje mítico del siglo XIII, que nos devuelve nuestra mirada hacia lo que nos preocupa hoy aquí, un problema histórico y global:
«Nasredin Hodja pasó un día frente a un huerto y no pudo resistir la tentación de entrar y llenar su morral de higos, manzanas y jugosas naranjas. El dueño lo sorprendió en esa tarea y le preguntó:
· ¿Qué haces aquí?
· Pues la tormenta de anoche – respondió Hodja – me trajo por los aires
· ¿Y toda esa fruta?
· Se cayó cuando me quise sujetar a las ramas al llegar por los aires…
· ¿Y cómo llegó la fruta al suelo del morral?
· Pues… en eso mismo estaba pensando -contestó Hodja-. ¿Por qué no lo pensamos juntos?»
Pues eso. Os invito a que PENSEMOS JUNTOS, DISFRUTEMOS DE LA GENTE, DE LOS DEBATES Y CONTINUEMOS APOYÁNDONOS unos a otros, porque el reto es global, histórico y difícil, pero TODOS JUNT@S VAMOS A CONSEGUIR, en nosotros y en nuestro entorno, en las situaciones difíciles y en los responsables de la estructura, SUSCITAR LA ESPERANZA EN UN NUEVO ORDEN POSIBLE.
-Antonio Sieira-
Mañana miércoles se celebra el Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza y, una vez más, la coordinadora de ONG nos invita a echarnos a las calles para denunciar el escándalo que supone que la mayor parte del globo siga muriendo de hambre, ignorancia y asco. Este año las reivindicaciones vienen marcadas además por los profundos, desproporcionados e incomprensibles recortes que ha sufrido la cooperación en nuestro país. Como en tiempos de crisis sobran las voces que rápidamente argumentan que «ya no hay dinero para esas cosas» o que «primero vamos a estar bien los de aquí y luego ya veremos que hacemos con los pobres», me atrevo a ofreceros desde esta página diez motivos por los que yo voy ir a la manifestación contra la pobreza y por los que creo con firmeza, y sin que se me caigan los anillos, que es una de las más importantes de todas las que se convocan.
Ha pasado un año ya desde que las calles se llenaran con la indignación colectiva contra un sistema que devora a los que menos tienen y premia a los avariciosos. Desde un primer momento fue un movimiento que no dejó a nadie indiferente y que ha servido a tertulianos de todo pelaje y a creadores de portadas imposibles ganarse su pan y su sopa. Como no me apetece escuchar a aquellos que en su día ignoraron el movimiento y hoy le hacen especiales con semanas de antelación, os lanzo a vosotros una pregunta para complementar lo que voy escuchando y aprendiendo en las asambleas de Sol. Para ello utilizo la encuesta de la semana:
Para hoy, únicamente una pista para el ministro al que le toque justificar esta vergüenza. En la línea de las comparaciones que le gusta hacer al gobierno de Mariano, diez mil millones de euros (10.000.000.000, en número), a razón de euro veinte por un café con leche, son 8.333.333.333,333334 cafés. De nada.
Gracias a ustedes por ayudarnos en la convocatoria de este sábado ofreciéndonos cada vez mayores razones #12M15M.
Uno de los proyectos que más tiempo y entusiasmo me llevó en mi año hondureño fue uno relacionado con la protección del agua y el suministro de la misma en una comunidad campesina ejemplar. Aunque el fin último del mismo era construir una red de abastecimiento de agua potable para todas las viviendas de El Porvenir, que así se llama la comunidad, el proyecto comprendía multitud de aspectos relacionados con la promoción, la relevancia y el cuidado del líquido elemento y la propiedad de las comunidades campesinas sobre sus propios recursos naturales. En las luchas que Don Ramón, hombre admirable al que le debo una entrada entera, si no un libro, y los miembros de su patronato tenían con la Municipalidad de Choloma, me llamaba la atención como se daba por entendido desde la altas esfera políticas hondureñas, cloaca infame del país, que el agua pertenecía no al pueblo sino a las empresas que la gestionaban. El agua, fundamental para la vida, era un negocio como la gasolina y sólo aquellos con posibilidad de pagarla tenían derecho a una buena red de abastecimiento (y potabilización). Una realidad muy parecida a la mostrada en la película «También la lluvia» de Icíar Bollaín en la que se refleja el conflicto boliviano de la guerra del agua.
En estas reflexiones sobre la injusticia de un gobierno corrupto hasta la nausea que quiere cobrar a sus ciudadanos por los recursos imprescindibles y privatizarlos como propios para seguir haciendo negocio, vuelve uno a Madrid, a ese cómodo y acomodado «primer mundo», y se encuentra con que Doña Esperanza Aguirre tiene como plan de futuro el plan de pasado del que yo acababa de llegar (y al que me había enfrentado acompañando a la comunidad en sus luchas). Luego acá los tertulianos y los teóricos, que saben mucho de todo, y los neoliberales, que saben justo la forma de refundar el sistema para que (les) funcione, me dicen que es un buen negocio, que merece la pena y que, además, es la única salida que tenemos. Hay que privatizar el Canal de Ysabel II. Hay que privatizar (poner en manos de empresas privadas) el agua. Y claro, uno recuerda sus luchas que cree exclusivas de determinadas partes del globo y no se termina de creer muy bien lo que está pasando. Tampoco termina de creerse que ese pensamiento tan antisistema sobre el derecho al agua haya sido implantado en mi mente, no por la experiencia vivida en Honduras al pie mismo de la injusticia más patente, sino por el hábil a la par que taimado Rubalcaba que todo lo puede y que sólo quiere hundir el país para revolcarse en sus cenizas. Que digo yo que qué me importará a mí el señor Rubalcaba, si voto a Por Un Mundo + Justo. En fin…
El caso es que, con todo, en esta otra orilla del globo también hay otra comunidad dispuesta a plantar cara a los que quieren privatizar recursos que no les pertenecen y hacer llegar su voz, que es la de todos, hasta donde se toman las decisiones. Este domingo 4 de marzo, con una organización increíble y que llama poderosamente la atención, se ha convocado una consulta social sobre la privatización del Canal de Ysabel II a la que estamos todos llamados, sea cual sea nuestra opinión. Para ello, se establecerán mesas consultivas con una papeleta por todo el territorio madrileño para poder llevar nuestra opinión hasta la Comunidad de Madrid. Es un buen momento para expresarnos, sea cual sea nuestra idea al respecto, sobre algo que nos implica muy directamente. Los medios y la invitación a participar están en marcha. Sólo queda saber si será más poderoso el sofá que el compromiso con nuestra comunidad y nuestros conciudadanos.
Parece que las arcas de Intereconomía están cada vez más vacías y que los suscriptores que le quedan al ABC, esos que con cariño empezaron a comprarlo hace ahora ochenta años, se acercan poco a poco a su encuentro con la luz al final del tunel. Esto es un negocio y, al final, para mantenerlo, todo vale. Ambos medios son conscientes de que el adagio aquel que invita a que hablen de uno, aunque sea mal, funciona. Sobretodo si de vender publicidad desde sus soportes se trata. Lo pudieron comprobar el pasado mes de mayo cuando, a raíz de todos los sucesos relacionados con el 15-M, tuvieron sus picos históricos de audiencia. Con Intereconomía pasa como con la información deportiva del Real Madrid, que quien no lo ve porque les ama, lo ve porque no puede con ellos, para criticar y desahogarse. Al final el dinero de los anunciantes no hace esa distinción y llega para mantener a esos medios que, por medio de la polémica, consiguen ir escurriéndose día a día para sobrevivir.
Tras las gloriosas manipulaciones de la información relacionada con el 15-M con aquel ya histórico «aquí huele un poco a porro, ¿no?», ahora han decidido multiplicar la audiencia con los sucesos de Valencia de la pasada semana y, ni cortos ni perezosos, han hecho un vídeo que parece sacado de la etapa mala de Cruz y Raya que, de puro evidente, despierta hasta la ternura. Lo pueden ver encabezando esta entrada. Es impagable. La falsa afección de la presentadora, el movimiento de cámara haciendo como que se cae, pero no, el tipo sospechoso de las gafas de sol y el móvil con cara de malo, ese no cortar el audio y que se vea que nadie grita ni dice nada en realidad… La verdad, no sabría con qué quedarme de esa joya del periodismo en vivo. Ante estos esfuerzos del medio centenario y de la cadena del toro azul, y después de la flagrante injusticia de que no hayan recibido una sola nominación en los Oscars recién celebrados, no podíamos dejarles fuera de la encuesta semanal. Seguro que el tema es de su interés y encuentran una respuesta que se ajuste a lo que piensan. De no ser así, les invitamos a que nos indiquen cuál sería su respuesta ideal en los comentarios a la entrada. Y ahora, no se corten, ¡voten! ¡Voten!