Cuadernos de Viaje

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Destino Casamance. Capítulo 3: La comunidad de Enampor.

Viene de ‘Destino Casamance. Capítulo 2: Primeros pasos en Ziguinchor

Redacción: Antonio Grunfeld

Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld

El cansancio comienza a hacer mella en la expedición. Los síntomas del agotamiento (fiebre, diarrea, sueño, etc.) se confunden con posibles enfermedades como la Malaria, o la tan frecuente “viajera”, la cual nos aborda a los pocos días de aterrizar en países tan distintos al nuestro. Sabemos que es fundamental descansar, pero todavía no hemos visitado ningún proyecto y nuestras ganas por comenzar a visibilizar otras realidades nos lleva a llamar a Joseph Diatta, coordinador de la ONG Cineastas en Acción en la Casamance.

ENAMPORE1

Él fue el primer contacto que obtuvimos desde España, cuando ni siquiera habíamos decidido visitar esa región. Gracias a una amiga en común, pudimos dar con la Presidenta de Cineastas en Acción, Federica Romeo,  quien enseguida estuvo dispuesta a quedar con nosotros en el centro de Madrid, para guiarnos un poco en nuestro viaje. Tomando una cerveza en Tirso de Molina, Federica nos habla del proyecto que empezó a construir hace 3 años,y que poco a poco parece que se va consolidando. Un proyecto nada ambicioso, pensado para funcionar sin subvenciones del gobierno, y totalmente adaptado a los nuevos tiempos económicos.

Federica, italiana de nacimiento pero española de adopción, escapó del bullicio de Madrid para refugiarse en la sierra, donde tiene su sede la ONG. Con la sonrisa permanente en la boca y un trato realmente muy cercano, nos cuenta los proyectos que han llevado a cabo hasta ahora, con la pasión propia del que ve un niño crecer. Llegó a Senegal en 2010gracias a la ONGD ACPP (Asamblea de Cooperación por la Paz) el cual le sirvió principalmente para conocer a Joseph Diatta, y quedarse prendada de su pequeña comunidad en Enampor. De vuelta a España, Federica aprovechó su experiencia y sus contactos labrados en la producciónde cine y televisión, para lanzarse a la piscina en el mundo de la cooperación, con unos valores muy asentados y una motivación que contagia a todo su entorno.

Joseph Diatta, su contraparte en Senegal, nos recibe en una transitada rotonda de Ziguinchor. De aspecto tranquilo y con un francés exquisito nos invita a subirnos por primera vez a un autobús público de la ciudad. De camino nos cuenta que nació hace 54 años en Enampore: una pequeña comunidad  de unos mil habitantes a veinte minutos de ahí. Estudió economía en Dakar, pero prefirió trasladarse a La Casamance para trabajar como consultor de la cooperación española y alemana. “En Dakar no se puede vivir”, nos comenta mientras esperamos que se completen los pasajeros de un taxi-brousse (taxi-bosque) que nos llevará a Enampore.

Joseph Diatta

Joseph Diatta

Tras una hora de espera, tomamos rumbo hacia el interior de la región, acompañados de cuatro pasajeros más, que no parecen incomodarse ante los innumerables baches que ofrece el lamentable estado de la carretera. Por fin abandonamos el asfalto y el cemento, y nos adentramos por carreteras de tierra circundadas de naturaleza, que en la época de lluvias se hacen totalmente intransitables, según nos comentan.

Campamento Turístico de Enampore

Campamento Turístico de Enampore

Cuando llegamos al campamento, se respira una tranquilidad propia de los poblados africanos, y un anciano a la sombra de un árbol nos da la bienvenida antes de volver a sumergirse en su estado de meditación. Joseph nos cuenta que el campamento se inauguró por primera vez en 1975, con fondos aportados por la propia comunidad rural, y en 2010 fue completamente renovado gracias al apoyo de la cooperación francesa. Entre sus instalaciones, cuenta con un albergue de diez habitaciones y capacidad para treinta personas, construido siguiendo la arquitectura tradicional al estilo casa-impluvium, pero con paneles solares que abastecen de electricidad a unos cuatrocientos turistas al año. Además, el campamento esta dotado de cinco centros polivalentes, que se utilizan para diversas necesidades de la comunidad como cocina, bar-restaurante, escuela, almacén o taller de costura. Varias veces al año, reciben también la visita de los “viajeros y viajeras” de Cineastas en Acción.

Un hombre descansa a la sombra en la entrada del albergue turístico.

Un hombre descansa a la sombra en la entrada del albergue turístico.

Proyecto de Cineastas en Acción en Enampore

La base de los proyectos de Cineastas en Acción se centra en el intercambio cultural entre Europa y África, principalmente a través del cine. Como no recibe subvenciones del gobierno, el alcance de su actividad se limita por el momento a Senegal, Guinea Ecuatorial y España, pero esa libertad de financiación también le permite mantener una autonomía y una humildad en su campo de actuación, que muchas otras ONG’s han perdido en el camino.

Interior Albergue Turístico estilo “Casa Impluvium”.

Interior Albergue Turístico estilo “Casa Impluvium”.

En Enampore, organizan cada año unos “Viajes Solidarios”, donde invitan a todos aquellos europeos interesados en romper sus prejuicios sobre África, a vivir tres semanas en el campamento y compartir su experiencia con la gente de la comunidad. Por unos 1.500€, el viajero tendrá la oportunidad durante 15 días de conocer la belleza de la región a través de visitas turísticas, pero también deberá implicarse en la comunidad, y ofrecer su experiencia como herramienta de desarrollo. De esta forma, se organizan  diversos talleres audiovisuales o de manualidades dirigidos a los más jóvenes y se programan actividades de danza, percusión, proyecciones de películas o cuentacuentos.

Alumno del taller de fotografía impartido por Cineastas en Acción.

Alumno del taller de fotografía impartido por Cineastas en Acción.

Siempre bajo la premisa del “turismo solidario”, estos viajes están planteados de manera que la experiencia aporte en los dos sentidos. Por un lado, los viajeros salen por completo del circuito turístico tradicional y logran una implicación mayor en la vida de la comunidad. Y por otro, aportan ingresos a la región y formación a sus habitantes, para que el pueblo se siga desarrollando en los meses venideros. El dinero recaudado en estos viajes, sirve para cubrir los costes del viaje, y todo aquello que sobra es invertido en la rehabilitación de una casa Impluvium que cobija hasta siete familias de la comunidad. “Estas casas requieren mucho trabajo y por eso tienden a desaparecer” nos comenta Joseph, mientras nos habla de las virtudes de este tipo de estructura, que mantiene una temperatura fresca y deja correr el aire, pero que sobretodo sirve para que las familias se mantengan unidas bajo el mismo espacio.

Interior de la Casa Impluvium en reconstrucción.

Interior de la Casa Impluvium en reconstrucción.

En el año 2012, además de realizar un documental sobre el proyecto ( “El cuaderno de fotografía de Jules Matar”, ver trailer) la ONG comenzó un intercambio de videocartas entre niños senegaleses y españoles. Este proyecto, que actualmente se encuentra en fase inicial tanto en Senegal como en Guinea Ecuatorial, alberga una gran cantidad de posibilidades, tanto a nivel geográfico como temporal. Su objetivo es acercar las realidades y las culturas de los distintos países, a través de la comunicación de los propios niños y niñas.

En vídeos como este,los más pequeños reflejan sus conocimientos y sus prejuicios sobre el otro país, y abren una vía de diálogo con sus congéneres que se encuentran en otro continente. Lo que en un principio son preguntas sencillas para romper el hielo, con el tiempo se pueden convertir en diálogos muy profundos sobre sus distintos modos de vida. Si extendemos esta idea a distintos países del norte y del sur, las sinergias que se pueden establecer en el tiempo son infinitas, y muy enriquecedoras no solo para sus protagonistas, sino también para todos los seguidores de los vídeos.

En conclusión, Cineastas en Acción es un ejemplo de ONG que ha arrancado en los tiempos de “vacas flacas” de la cooperación, pero que a través de ingenio, austeridad y mucha ética de trabajo, está consiguiendo llevar a cabo unos proyectos totalmente libres de ataduras, con mucho impacto en el terreno y con un largo camino por delante. Si queréis más información, acercaros a su web en: cineastasenaccion.org

Continúa el próximo jueves 3 de abril con el cuarto capítulo.

Destino Casamance. Capítulo 2: Primeros pasos en Ziguinchor.

(Viene de ‘Destino Casamance. Capítulo 1: La vuelta a Senegal‘)

Redacción: Antonio Grunfeld

Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld 

Tras catorce horas en el Ferry, llegamos a Ziguinchor. Habiendo dormido poco y mal, nos despertamos al alba para disfrutar del paisaje que ofrece la desembocadura del río Casamance, donde con frecuencia se pueden ver delfines dando la bienvenida a la zona. Nosotros no tuvimos esa suerte, pero mereció la pena el madrugón, a cambio de vernos rodeados por kilómetros de manglares, que de vez en cuando se veían interrumpidos por cabañas de pescadores, con sus cayucos varados en la costa.

Amanecer desde el Ferry Aline Sitoe Diatta

Amanecer desde el Ferry Aline Sitoe Diatta

Lo primero que nos aguarda en el puerto es una larga fila de militares, lo que nos recuerda que estamos entrando en una zona que se encuentra en conflicto armado desde hace más de 30 años. Al traspasarla, nos esperan Alvar Jones y Esther Domínguez, una pareja de cooperantes que lleva ocho meses viviendo allí. Al igual que Jara, ellos se van a convertir en una pieza clave de esta expedición, a través de su hospitalidad y de su experiencia en el terreno. Tuvimos la suerte de coincidir meses atrás en Guinea Ecuatorial, cuna de la familia del padre de Alvar, y en poco tiempo surgió una confianza que se iba a ver consolidada en los siguientes días. Un correo electrónico desde España, y una llamada de teléfono desde Dakar, bastaron para que se interesasen por nuestro proyecto y nos abriesen las puerta de su casa. La suerte nos seguía acompañando.

Esther Dominguez en el proyecto “Futur Au Présent

Esther Dominguez en el proyecto “Futur Au Présent

Desde el primer almuerzo juntos en la Alliance Franco-Sénégalaise, compartiendo una Gazelle (cerveza local) y un plato de pescado con arroz, nuestros amigos empiezan a aportar ideas al proyecto. Son muchas las ONG’s que operan en la zona, y se puede encontrar cooperación de numerosos países, como Italia, España, Alemania, Estados Unidos, etc… Alvar trabaja como Delegado de Cruz Roja Española en Senegal, y Esther llegó acompañándolo, y en poco tiempo encontró un proyecto en Handycap Internacional. Ambos son personas muy críticas respecto a la Cooperación Internacional, y sus puntos de vista son el mejor filtro para que podamos seleccionar proyectos que funcionen y trabajen de una manera ética.

Alvar Jones en el Centro de Protección de menores de Kandé

Alvar Jones en el Centro de Protección de menores de Kandé

Todos nosotros tuvimos la suerte de coincidir en Bata (Guinea Ecuatorial) con Gustau Nerín, antropólogo y escritor especializado en África, quien escribió el polémico libro “Blanco bueno busca negro Pobre” (editado por Rocaeditorial). Si bien el libro suscitó numerosas críticas en el sector de la Cooperación, ya de por sí perjudicado por la situación económica y los recortes, bajo mi punto de vista es una manual de buenas prácticas, idóneo para aquellos que estamos empezando nuestra senda en este mundo, y de obligada lectura para todos aquellos que estén trabajando de una manera u otra en este sector. El libro critica con firmeza los excesos cometidos en el mundo de la Cooperación en estos últimos años, la mayoría de ellos llevados a cabo por instituciones y organismos internacionales (Naciones Unidas, Unicef, OMS, etc…), pero también muchos a causa de las malas praxis de ONG’s de gran envergadura como Intermon Oxfam o la Fundación Bill y Melinda Gates. A través de ejemplos basados en su experiencia personal, Nerín desmitifica el halo de pureza y heroicidad que han creado los medios de comunicación alrededor de la figura del cooperante y saca a relucir muchos errores comúnmente cometidos en este sector, como por ejemplo, proyectos llevados a cabo sin un análisis previo del terreno, o con un desconocimiento completo de las necesidades de la población local. Millones y millones de euros despilfarrados sin ningún sentido, cuyo único objetivo es llenar los bolsillos de algunos indeseables, justificando las necesidades que tiene el mal llamado “Tercer Mundo”. Y es que muchas veces, las necesidades de estos países son creadas directamente por estos organismos de cooperación, que llegan en tropel, arrasando, con las últimas tecnologías y los mejores equipos, sin pensar que cuando se acabe la subvención de turno se marcharán y abandonarán el proyecto sin haber dejado una solución real al problema. Errores garrafales en consonancia con la estructura de este sistema globalizado, pero que en este sector son siempre maquillados bajo el prisma de la ayuda humanitaria y la benevolencia de Occidente.

Un pueblo de pescadores a la orilla del río Casamance

Un pueblo de pescadores a la orilla del río Casamance

De vuelta a nuestra expedición, por la noche y tras una buena siesta, recorremos con Alvar y Esther las calles de Ziguinchor antes de sentarnos a cenar. La oscuridad es total en la mayoría de las calles (excepto en algunas rotondas que mantienen todavía la iluminación de navidad a finales de enero) y el estado del asfalto se encuentra muy deteriorado. Aún así, y aunque el aspecto no resulte muy acogedor, la ciudad tiene bastante vida por la noche, y nuestros amigos nos comentan que es relativamente segura en comparación con otras urbes africanas. De momento, ya notamos que las personas son más amables con nosotros, y que la presión por sacarnos algo de dinero ha disminuido drásticamente desde que salimos de Dakar.

Interior de una casa “Impluvium” en el pueblo de Enampor

Interior de una casa “Impluvium” en el pueblo de Enampor

Ya en el restaurante, entre cigarrillos y cervezas, y tras volver a gozar de la buena gastronomía del país (a precios irrisorios si comparamos calidad/precio con Europa ), discutimos ampliamente con nuestros anfitriones acerca de las distintas organizaciones que podemos visitar. Tenemos poco tiempo, un amplio abanico de proyectos y lo mejor: libertad total de elección y de creación. Ninguna organización ha financiado esta expedición, no tenemos ningún objetivo de lucro en mente, y por lo tanto tenemos que aprovechar esta situación para visibilizar proyectos desconocidos para la mayoría, y que mantengan una pureza en su ética a la hora de trabajar. Finalmente, nos ponemos todos de acuerdo, y nos inclinamos por cuatro proyectos que cumplen estos requisitos, a los cuales podemos acceder fácilmente, y que serán los protagonistas de los siguientes artículos. En Ziguinchor, visitaremos un Centro de Protección de menores apoyado por la Cruz Roja Española, y una casa de acogida que combate uno de los principales problemas del país: los niños de la calle. Nos desplazaremos a una pequeña comunidad rural en Enampor para conocer el proyecto autofinanciado de Cineastas en Acción, y por último, nos adentraremos a cientos de kilómetros hacia el interior del país, casi en la frontera con Guinea Bissau, para visibilizar un proyecto local que ha decidido rechazar el término de “Seguridad Alimentaria” para transformarlo en “Soberanía Alimentaria”.

(Continúa el próximo jueves en el Mundo de Mañana)

Destino Casamance. Capítulo 1: La vuelta a Senegal.

Redacción: Antonio Grunfeld

Fotografía: Ramón Montero, Antonio Grunfeld, AFP 

Llegamos a Dakar. El calor y la fuerte humedad nos devuelven rápidamente a aquel verano de 2008, cuando mi compañero Ramón Montero y yo pisamos África por primera vez. En aquel entonces, vinimos a visitar a un amigo que vivía en Dakar, y gracias a él hicimos una buena toma de contacto con el país.Ahora todo ha cambiado. Desde el taxi podemos apreciar como han proliferado los grandes edificios y se han multiplicado los carteles luminosos de los sitios más elegantes de la ciudad. Por supuesto, nuestra mirada también es distinta; ya no recibe ese primer impacto que sufrimos hace cuatro años, cuando las calles poco iluminadas ya eran motivo de reflexión. En ese aspecto, Dakar sigue igual: los taxis se caen a pedazos, las calles están mal asfaltadas y las siluetas de personas andando se cruzan constantemente por nuestro oscuro camino. Y la pobreza. La gente durmiendo en las aceras y los niños mendigando en las calles nos recuerdan que hemos abandonado las comodidades de Europa y ahora estamos en África.

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Una de las calles del centro de Dakar (Barrio Plateau)

De camino a nuestro primer destino, el barrio de Ouakam, nos topamos con un coloso de estilo soviético, que no estaba hace cuatro años. Se trata del “Monumento al Renacimiento Africano”. Una estatua con un tamaño superior al de la estatua de la Libertad, que nos muestra la figura de un hombre que sujeta con una mano un niño y con la otra a una hermosa mujer. Esta figura del ideal físico y familiar africano, fue un encargo del ex presidente Abdoulaye Wade a una empresa norcoreana por valor de 27 millones de dólares. Construida en tierras de su propiedad, el ex presidente se encargó de cerrar un acuerdo por el que recibe un 35% de los ingresos que pagan cada día los turistas y visitantes por subir a la cima de la estatua. Un ejemplo más de clamorosa corrupción africana, que me recuerda a una frase que un día me dijo Mohammed Sow, mi cuñado de origen egipcio y mauritano:  “Los políticos africanos roban lo mismo que los europeos, pero la diferencia es que los africanos lo publican orgullosos, mientras que los europeos lo hacen a escondidas”.

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Monumento al Renacimiento Africano (Fotografía propiedad de AFP)

De camino a nuestro primer destino, no somos todavía conscientes de la suerte que nos va a acompañar durante todo el camino. Hacía quince días habíamos decidido viajar a Senegal, sin nada planificado, y con el único objetivo de hacer algunas fotos. La buena fortuna y sobretodo las personas que nos encontramos en el camino, variaron por completo el rumbo de la expedición. Nuestro nuevo destino era entonces La Casamance, al sur del país, y nuestro propósito: visitar cuatro proyectos de cooperación para visibilizarlos a través de AGARESO (Asociación Galega de Reporteros Solidarios).

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Puesto de naranjas

En nuestra primera parada en la capital, nos encontramos con Jara Campelo. La conocimos en 2008 como becaria de la AECID y era el único contacto que nos quedaba en Dakar desde entonces. En ese momento, no nos podíamos imaginar que su buena relación con AGARESO y su experiencia en el país fuesen a ser tan importantes en nuestro proyecto. Desde el primer momento, Jara rebosa energía y ganas de ayudar. Nos abre las puertas de su casa, y comienza a darnos algunas claves del país, en el que lleva instalada seis años. Nos cuenta como ha subido el precio de la vida en Dakar, a raíz de la llegada masiva de expatriados. La crisis en Europa ha llevado a muchos empresarios, la mayoría de ellos franceses, a buscar fortuna en África. Esto ha aumentado el precio de los alquileres y de la comida en el mercado, a la vez que se multiplicaban el número de comercios y centros comerciales de nueva construcción. “No tiene sentido que construyan una pista de patinaje en un centro comercial, cuando la gente está sin luz en sus casas” nos comenta Jara. Antes de instalarse en Dakar, vivió cuatro años en Kolda, la segunda ciudad más importante de La Casamance. Allí estuvo trabajando para la Cruz Roja española, y conoció a su marido Ibú. Ella mejor que nadie, podía hacernos una breve introducción de las problemáticas de esa zona.

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Cuadros de Arena

La Casamance

Situada al sur de Senegal y dividida por el río Gambia que da nombre al país, La Casamance limita también con la Guinea Bissau. La peculiaridad de esta zona, si la comparamos con el resto de  regiones del país, es el conflicto armado que se mantiene desde hace más de 30 años. Debido a su peculiaridad geográfica (separada del resto del país por Gambia), La Casamance ha sido olvidada por lo políticos senegaleses durante años. En este olvido también han influido motivos étnicos y religiosos, ya que allí Los Wolof son minoría entre muchas otras etnias. Este abandono de la región junto con las diferencias culturales, propiciaron el nacimiento de un movimiento secesionista en 1982. Desde entonces, los enfrentamientos entre el ejercito senegalés y los rebeldes han causado miles de muertos y heridos, muchos de ellos a causa de minas anti-persona. Los rebeldes se encuentran principalmente en las zonas fronterizas, y en el interior de la región. Para evitar robos y secuestros, las carreteras de la zona son cortadas por las noches y las embajadas internacionales recomiendan no salirse de la carretera que lleva a la zona turística (Cap Skirring). Pero la situación realmente no es tan dramática, y la zona es relativamente segura. Prueba de ello es la gran cantidad de ONG’s internacionales que operan allí.

Mujer trabajando en su huerto de Ziguinchor, capital de La Casamance

Mujer trabajando en su huerto de Ziguinchor, capital de La Casamance

Dejando el conflicto a un lado, nosotros habíamos oído hablar de La Casamance por su paisaje y, desde que decidimos viajar a Senegal, todo nos estaba guiando en aquella dirección. Ya teníamos pensado visitar un proyecto de cooperación ahí, y Jara nos dio unos cuantos contactos interesantes a los que llamar.

Arquitectura tradicional de la región de Kolda, en el interior de La Casamance

Arquitectura tradicional de la región de Kolda, en el interior de La Casamance

Antes de dejar Dakar, hacemos las visitas turísticas de rigor, esperando la salida del barco que nos llevará a La Casamance. Cuatro años después volvemos a pisar el mercado Sandagá, el cual representa totalmente la frase de Kapuścińsky en Ébano, donde dice que la vida en África gira en torno a los mercados. Millones de pequeños puestos a los dos lados de la calle, forman laberintos muchas veces sin salida. Manadas de gente abarrotan las calles entre un tráfico y un calor infernal. Dos blancos con mochilas resultan muy atractivos para los vendedores ambulantes de souvernirs, hasta el punto de que no podemos caminar solos más de unos minutos.

Mercado de Sandagá

Mercado de Sandagá

Uno de los medios de transporte público de Dakar

Uno de los medios de transporte público de Dakar

En nuestro camino se cruza Momo, un joven senegalés que estuvo viviendo en Barcelona, y que con un par de bromas y muy buen hacer, nos engancha para visitar la tienda de su hermano. De camino paramos a tomarnos un té que ofrece un mujer instalada sobre un taburete al borde de la acera. Entre sorbo y sorbo, Momo nos cuenta como han proliferado en estos últimos años los negocios llevados por europeos: “El problema es que los únicos emprendedores aquí son siempre los blancos, mientras que los senegaleses solo podemos ser empleados”.

Momo

Momo

Aparte  del mercado y  de algunas playas, Dakar no es una ciudad muy atractiva para el turista. Sin olvidar la obligada visita a Gorée. Esta isla fue uno de los puntos clave del comercio de esclavos en le época colonial, y todavía mantiene los edificios por los que pasaron millones de africanos, antes de partir para América. A media hora en ferry desde el puerto, Gorée no solo obliga al turista a una reflexión sobre la falta de humanidad de aquella época. La isla, además,  alberga a multitud de artistas que aprovechan la belleza y la tranquilidad del lugar para crear e intentar vender sus obras al turista.

Panorámica desde la isla de Gorée

Panorámica desde la isla de Gorée

Pintor de arena

Pintor de arena

Pero pronto nos cansamos de ser dólares andantes, y abandonamos el bullicio poco aconsejable de Dakar.  Tráfico, contaminación, ruido y sobretodo esa presión constante para que soltemos dinero, no son en absoluto representativos del país. Lo mejor está fuera. Nos subimos al ferry Aline Sitoe Diatta, el cual toma su nombre de una heroína del sur de la Casamance, que lideró una insurgencia contra la colonia francesa, y que se mantiene como uno de los símbolos de la resistencia en África Occidental. Tras quince horas de navegación, alcanzaremos nuestro primer destino: Ziguinchor, capital de la Casamance.

Un niño terminando su baño en la costa de la Isla de Gorée

Un niño terminando su baño en la costa de la Isla de Gorée

Cuadernos del Sur: Nicaragua (un esbozo).

5/ II / 2013

Vuelo Madrid-Miami, más o menos sobre el Triángulo de las Bermudas.

«La única aventura posible/ es vivir viviendo./ Abrazar los horizontes,/ diluirse en el mar,/ ser una gota de Humanidad/ desparramada en el cosmos./ Vivir viviendo,/ abriendo destinos./ El ojo de un bebé/ no cambia/ hasta que muere anciano./ La aventura se mueve,/ baila, gira,/ no se sabe estar quieta./ Vivir es salir./ La aventura está fuera de tu tierra.»

Despego otra vez. Salto el charco de nuevo. Bajo mis pies, las olas mansas y los destellos blancos del sol. En el horizonte, palmeras, montañas verdes, cielos infinitos, noches estrelladas. Vuelvo a Centroamérica, con sus gentes, con su visión del mundo, con su libertad, autenticidad y aventura, con su sabor a pueblo, con su voz eterna. Vuelvo a Centroamérica donde es posible que siga yo mismo esperándome desde hace ya más de dos años. El destino concreto, en esta ocasión, Nicaragua, tierra de Sandino y de Gioconda Belli.

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‘Cristiana, Socialista y Solidaria.’ Lema revolucionario de Nicaragua.

El viaje lo hago, desde su inicio en Barajas hasta su conclusión en una mecedora bajo una noche fresca de Managua, junto a mi buen amigo y compañero de batallas políticas Arturo Warleta. En el aeropuerto esperan Alberto Menoyo, mi mayor descubrimiento en meses, y Castrillo, anfitrión nica de tantas noches y tantos karaokes. No tardo media hora en conocer al que será el cuarto integrante de la familia managüense, el gran Sergio Bollaín. Juntos, Arturo, Alberto, Sergio y yo, formaremos una hermandad conocida como los Hermanos Dalton, la Casa de los Cochones*, Dos Cheles y Medio o los Tres Mosqueteros y Dartagnan. Inigualables compañeros de viaje y vida en el intenso mes nicaragüense. Compinches de noches y ligues, confidentes de experiencias, charlas e ideas. Esta experiencia en Nicaragua es, en gran parte, ellos.

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Los Hermanos Dalton, Toña en mano.

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Imagen del momento en el que comenzó a redactarse el ‘Manifiesto Fraternista’.

El motivo de mi viaje, desconocido por muchos, es un proyecto en el que llevo trabajando meses y que llena de ilusión y entusiasmo mis días. Un proyecto vital que nace ahora pero que implicará, de funcionar, el resto de mi vida. Tras mucho tiempo de reflexionar y estrujarme el cráneo, tras mirar la realidad acá y al otro lado del charco y buscar la forma de acabar con tanta injusticia, tras intentar reconciliar mi ética y mi política, di el verano pasado con un clave que ha revolucionado, desde entonces, mis días. Fue volviendo en coche de un fin de semana en Cuenca con mi hermano Miguel Ángel Coloma. Tras criticar con cierta tristeza la situación actual y ver cómo el sentido común dictaba ideas fácilmente aplicables para superar la crisis-estafa que tenemos encima, surgió la palabra. Una palabra, desde la frase que tengo como lema personal que dice que la mejor denuncia es comunicar la esperanza, de la que podía podía salir toda una ideología. Algo nuevo por lo que podría merecer la pena luchar. Una bandera nueva que, superando las antiguas, nos uniera en un único frente mundial frente al que oprime y explota. Treinta años después, al fin, mi ideología, aquello en lo que creo. Tardé poco tiempo en compartir esta idea, esta urgencia, con mi compañero de batalla en las pasadas Elecciones Generales, Arturo. Aceptó el envite de redactar un ensayo a medias y subió a órdago: Teníamos que hacerlo en Nicaragua. No sólo porque él estuviera viviendo allá, sino porque lo que nos traímos entre manos sólo podía nacer en el Sur. Dicho y hecho, tras un proceso vivido a través de dropbox, correos y locutorios vallecanos en el que llegó a evolucionar incluso el término inicial, menos de cinco meses después, estoy acá, en Nicaragua, dispuesto a escribir al alimón un librito que tal vez pueda servir para revolucionar la realidad. Estaba a punto de nacer la ideología del siglo XXI, la última hija de la Revolución Francesa. Estaba a punto de nacer el Fraternismo.

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La mesa de trabajo de la que salieron las primera ideas que dieron forma al Fraternismo.

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Nuestra sala de trabajo, rodeada de post-it. Foto de Eva Bendaña.

Y entre mil post-it, mil debates, ideas que van y vienen, descubrimientos fundamentales, invenciones ya inventadas décadas atrás, piezas de un puzzle que encaja sólo y viajes al futuro con billete de vuelta, ha dado también tiempo para disfrutar de lo que Nicaragua ofrece. Nicaragua es un país maravilloso, con un paisaje de ensueño rodeado de volcanes humeantes y lagos kilométricos, en el que es muy fácil sentirse en casa. Quizá demasiado fácil para los que tenemos fecha de retorno y poco que hacer por la otra orilla. Es tan parecido a Honduras en tantas cosas que le es muy difícil a mi corazón no quedarse enganchado casi a diario. La mayor diferencia, que se hace patente casi desde el primer momento, es el nivel de violencia. Acá sí se puede salir a tomar una cerveza por la noche y permitirte el lujo de volver tarde a casa sin miedo. Pienso en mis hermanos hondureños y se me pone un nudo en la garganta, de tristeza pero en parte también de esperanza. Sólo estamos a una frontera. Honduras puede llegar a ser así, puede vivir en paz, puede disfrutar de su cultura y salir de la miseria. Urge tanto gritar al mundo estas injusticias y enseñar que pueden ser cambiadas con algo de voluntad…

Dentro de las escapadas más intensas e interesantes que hemos hecho de nuestro encierro literario ha estado la que hicimos al IX Festival Poético de Granada. Granada, sin duda, es una de las ciudades más bonitas de la Tierra, con un encanto especial que se desprende de cada esquina. Casas coloniales de todos los colores posibles, jardines exuberantes que invitan a perderse en ellos como una planta más, paseos amplios bajo un cielo que es varios cielos dependiendo casi del minuto del día en el que te encuentres, un pueblo agradable, librerías… Y si encima uno tiene el privilegio de escaparse en medio del Festival Poético la experiencia es inigualable. Hasta allá nos hemos escapado con la mara granadina formada por Alba, Lydia, Ramón, Irene y Lenin. Los días han dado tanto de sí que hemos llegado, incluso, a montar un recital en el Garden Café. Creo que con esto, y con el abrazo maternal que me dio Gioconda Belli, he tocado una de mis más altas cimas poéticas hasta la fecha.

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‘Bienvenidos poetas del mundo.’ Foto de Eva Bendaña.

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Mi encuentro con Gioconda Belli, cerrando círculos.

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Una imagen del recital que dimos en el Garden Café, hito poético.

«Y, tras esto, el pequeño poeta , resguardado por la noche y una luna llena infinita, agarró un bus y se dispuso a cumplir su palabra. Recorrió cientos de kilómetros, visitó paisajes nuevos, reconoció señales, colores y calores. Atravesó la frontera. Bajo del bus. Vio la bandera al lado del nombre que llevaba grabado en el corazón. Se agachó. Tocó la tierra con sus dedos, dedos manchados que recogerían de vuelta su pasaporte. Volvió al bus y, por horas, lloró emocionado y sobrecogido. Estaba en casa.»

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«…Se reencontró con Melvin, su cómplice. Le abrazó. No se creyó hasta horas después que fuera verdad. Volvió al barrio. Le temblaron las piernas frente a su casa. No le salieron las palabras con Bélgica. Sorprendió a Asentamientos en medio de misa. Se quedó enganchado a Erick. Volvió a dormir en la seguridad de la amistad de Silvia y Óscar. Sus pasos le llevaron hasta Paso a Paso, conoció el proyecto de la panadería, vio la guardería llena de niños y el dispensario lleno de medicamentos, se pateó todas las universidades de San Pedro Sula en busca de Meli, de Danny y, al fin, de Tammy. Volvió a casa de Lourdes. Vio a todos igual pero más ellos. Abrazo al maestro Bryam. Se rió con Fredy. Pasó otra noche. Comió con Maryi y Melvin. Le llevaron a tomar una granita (cuánto tiempo…). Se abrazó con Gerardo. Quedó con Anita y se vacilaron. Volvió a El Porvenir. Le tembló la voz. Subió la colina. Llamó a la puerta. Se encontró cara a cara con Don Ramón. Se llevaron las manos a la cabeza. Lloraron. Se rieron. Conoció la llave del agua en la propia casa de Don Ramón. Se emocionó al ver el agua. El agua. Al fin el agua. Se despidió. Se despidió de todos. Visto y no visto. Ya está. Bélgica, una vez más, le confirmó lo que ya sabía. Erick le renovó el cuello con una cruz vivida. Silvia y Óscar le dijeron hasta la próxima. Se despertó en la noche. Dijo hasta luego a la Rivera. Volvió al bus. Se sentó y, al amanecer, se dio cuenta de que, junto a él, el poeta, había alguien más. Había vuelto, a su ladito, casi encima de él, Miguel Ángel.»

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La vuelta a Nicaragua, tras los tres días hondureños, ha sido para rematar el ensayo pero, también, para disfrutar de la amistad que por estos confines ha nacido. Así que utilizo la tarde para escribir, la noche para salir y la mañana para recuperarme. Hay mucho que celebrar, entre otras cosas el cumpleaños de Arturo, y muy poco tiempo. Queda una semana de este mes loco e intenso y los planes son muchos. Entre otros, agotar las horas en el Fandango, probablemente el mejor garito de Managua, y cerrar todos los karaokes que nos sean posibles. Mi compinche noctámbulo, Alberto, así lo convenía mientras los abuelos se quedaban cuidando de la casa. Este mes nica también ha sido, aparte de lo profundo, salir, reírme, reaprender a disfrutar de la vida, que buena falta me hacía.

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Típico desayuno de Managua compuesto de bloody mary y galletas de chocolate.

Y así, los días han ido pasando hasta llegar a esta fresca noche de Managua en la que da por concluido este viaje y, con él, este nuevo Cuaderno del Sur. Me vuelvo con nuevos y buenos amigos, con muchos planes por concluir, con los abrazos necesarios de Honduras y con un libro bajo el brazo. No está mal. Todo apunta a que, más pronto que tarde, habrá un nuevo cuaderno de Nicaragua. Pero eso sólo el tiempo y la ya inminente Revolución Fraternista lo dirán. De sus luchas y sus propuestas les hablaré más adelante. Por hoy quedémonos acá, en América, disfrutando de la amistad y, por fin, de nuevo, de la libertad, la autenticidad y la aventura.

4/ III/ 2013

Managua. En una noche fresca y estrellada.

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Hace 3 años ya…

Hace tres años ya desde que despegué, desde que se comenzó a escribir con letras soleadas y renglones verdes, con páginas de esperanza y párrafos de tormenta, el ‘Cuaderno de Honduras‘, y hoy, por el motivo que sea, me ha apetecido compartir con todos vosotros de nuevo este vídeo…

 

 

…y este otro…

 

 

Aprovechando diré que este sábado 26 recito en el AbonaVida, el mismo local que se ve en el vídeo, esta vez no tan bien acompañado. Podéis encontrar toda la información del evento para apuntaros y emborracharos de versos encendidos y poesía despierta aquí. ¡Os espero!

Cuaderno de Honduras

El cuaderno del viaje que realicé a Honduras a lo largo del año 2010.

¡Hazte con el libro ‘Cuaderno de Bitácora’ de el Mundo de Mañana!

La cita del mes

"No hay nada más poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su tiempo".

-Víctor Hugo-

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