Me paseo en los últimos días por mis redes sociales y no puedo dejar de sentir una cierta desazón. Imágenes que incitan a la Tercera Guerra Mundial, otras que hablan de tambores bélicos desde las catacumbas de internet, mensajes que piden el levantamiento físico contra los Estados Unidos de América y amenazas que, cargadas de ira, prometen acabar con todo lo establecido. Podría pensarse que algunos analistas tenían razón y que al fin la situación se ha vuelto insostenible, la gente no aguanta la opresión del sistema financiero, injusticias como la hambruna de Somalia, el lucro de los banqueros o el cinismo de las agencias de calificación y todos los que las apoyan y esto ha provocado el inicio de una revuelta armada imparable. Pero no, el motivo de la rabia profunda que lleva a saltarse a la torera los principios de no violencia y revolución pacífica por los que muchxs llevamos luchando un buen tiempo es que han cerrado una página de descargas de internet, es que (en una profunda mayoría de los casos) ya no puedo gestionar mi ocio casero de forma gratuita. Uno, que ha visto ya demasiadas muertes absurdas, demasiada sangre y demasiadas situaciones de violencia como para que esta le repugne, no puede sentir menos que una cierta desazón en estos días, supongo que me entenderán.
Quiero que conste desde un primer momento, y que sirva como perspectiva desde la que leer esta entrada, que soy un profundo defensor, promotor y creyente de las licencias Creative Commons, del Copyleft y de una visión de la Cultura como algo universal y necesariamente compartible para que tenga sentido. Cualquier obra de cualquier disciplina artística sin espectador carece de razón de ser. Cuanto más lejos llegue cualquier conocimiento con todas las facilidades posibles, más servirá a la Humanidad y ayudará a construir futuro. Este mismo blog, de hecho, se rige bajo licencias de Creative Commons. También me parece importante remarcar, antes de abordar mi aporte al debate sobre Megaupload, que no defiendo la actuación del FBI como tampoco defiendo tantos (tantísimos) otros aspectos de la política estadounidense en general. Me sumo a la corriente que cree que tal vez haya cosas más urgentes que cerrar y encerrar como Guantánamo, las agencias calificadoras, Wall Street o los responsables bancarios y políticos de la que tenemos encima (y de la que tienen encima pueblos como el de Somalia). Dicho esto, y espero que aclarado, me veo en disposición de dar mi opinión sobre todo este tema.
A los ‘Ocho argumentos sobre Megaupload‘ que tan brillantemente (como suele hacer) expone Ignacio Escolar en su blog, quería yo añadir un matiz que por lo general suele pasarse por alto cuando sale este debate en las redes y en los medios. Estamos acostumbrados a escuchar la definición del artista y del creador como un vividor absoluto que en vez de dedicarse a trabajar y a ganarse el pan con el sudor de su frente, escribe cancioncillas (además malísimas todas menos precisamente una, la que nos descargamos), o poemas, o se dedica a hacer películas terribles que además valen un dineral. Es una definición esta muy fácil de asumir para justificar argumentos y prácticas y que, de puro maniquea, no nos complica demasiado la vida. Esto es verdad y punto. Ya tenemos al enemigo (enemigo necesario por otra parte, para disfrutar del ocio que queremos tener gratis; si hay mil páginas descargas pero ni un solo creador que haga series, películas terriblemente malas, poemas o canciones, no tendremos ocio gratuito que descargar) (Nota: con esto no quiero decir que las páginas de descargas sólo sirvan para descargar ocio, pero también). Por contra, en frente, tenemos a aquel que, saltándose la legalidad en muchas ocasiones, comparte la cultura y la hace accesible a todo el mundo. Esto, en último término, es defender, no sólo la cultura, sino también la libertad y la justicia. Ya no daremos más dinero a las productoras ni nadie se enriquecerá injustamente sobre valores universales. Definición asumida. Esto es así y punto. No hay matices, complican el debate y la reflexión. Pero, de pronto, aparece un personaje como Kim Schmitz, el mero mero de Megaupload, y se nos caen un poco los esquemas.
Vuelvo a recordar, en este punto, que estoy a favor de compartir contenidos culturales y de todo tipo en la red, que para eso sirve, que el futuro va por ahí y que ese es el avance que la sociedad necesita, que defiendo las licencias que permiten ese uso de la red y que creo que movimientos fundamentales como el 15-M no hubieran sido al menos iguales a como fueron sin esa facilidad de comunicar información. Y vuelvo a recordarlo tras mencionar a Kim Dotcom, como se hace llamar, por un motivo que en mi opinión es fundamental. Yo, como creador, como poeta y periodista, como persona que a veces reflexiona con un papel en blanco delante, estoy dispuesto a compartir todo lo que hago y es mi voluntad hacerlo sin necesidad de lucrarme por ello. No hago esto por dinero y es mi deseo que, aquel que vea algo interesante en mis palabras, las comparta con sus redes y círculos cercanos. Puedo entender también que en algunos casos se salten determinados derechos y fronteras de forma desinteresada con tal de hacer llegar el saber a un mayor número de gente. Ahora bien, lo que no es de recibo en ningún caso, en mi opinión, es lucrarse a costa de la creatividad de los demás. El señor Kim Schmitz, o los dueños de seriesyonkis y otras, manejan cantidades obscenas de dinero por el hecho de compartir cosas que, en último término, no son suyas y de las que, en una gran mayoría de los casos, no han pedido permiso para hacerlo. No veo coherente la opinión de los que critican que un autor se gane el pan con su creación y sin embargo defienden a los que se enriquecen de manera como digo obscena a costa de la creación de otros. Si yo no gano dinero con mi obra, otros tampoco. Es el salto que hay entre compartir, que es de justicia, y la tomadura de pelo, que es muy de este sistema nuestro de la avaricia y la acumulación.
Se habla estos días, como digo más arriba, de valores como Cultura, Libertad y Justicia y se pone como bandera de estos a Megaupload y, en último término, a su fundador, ahora entre rejas, hasta convertirlo casi en un mártir de los mismos. Sin embargo, me van a permitir que no crea en los adalides de la libertad que lo son porque esto les supone un beneficio económico. No podemos caer en la trampa fácil de convertir en héroe a alguien que, en el fondo, no es más que un engranaje del sistema. Este señor, profundamente capitalista, negociante con libertades y derechos y, además, autoabanderado de la nueva sociedad entre yates, cochazos y mansiones, no representa ni de lejos mi lucha y creo que tampoco la de muchos de los que en estos días le defienden a capa y espada. No será este señor Schmitz ni tampoco un negocio como Megaupload el que me lleve a mí a una Tercera Guerra Mundial. Hay otras prioridades que tengo por encima de ver series gringas.
La solución, en mi opinión, a todo este debate pasa por atreverse a meter los matices en el mismo, por salir de una vez de las definiciones maniqueas y, sin ningún lugar a la duda, por fomentar páginas de descargas que hagan el mismo servicio a la sociedad que Megaupload pero sin que se lucren los gestores de la misma sobre el trabajo de otros. Porque, señor Schmidtz, siento decirle que usted y su lujoso estilo de vida, tampoco me representa. Ni a mis versos.
el mundo de mañana está escrito por un pirata que sin dejar de serlo, es noble. sí. me gusta.
Pero no es contradictoria la defensa de Megaupload con el «ejemplo práctico» que pones, ¿no? Quiero decir, precisamente llegado un punto en el que el músico no puede vivir de sus discos (porque ya nadie los compra, la gente se los baja) pero sí quiere vivir de su música, lo único que le queda es el dinero que se saca actuando.
El propio cantautor o el propio grupo de música puede querer darse a conocer (gratis) por Internet para luego sacarse un dinero (NO GRATIS) actuando, ¿no? Porque no digo que un disco no lleve trabajo, claro que lo lleva. Pero es un trabajo que, una vez logrado, se comparte y se comparte sin trabajo extra, de forma que al artista incluso le viene bien, porque le aporta el beneficio de la difusión de su arte. En cambio, cada nuevo concierto es una nueva reproducción de esas canciones, y sí exige, por tanto, ser remunerada, porque son nuevas horas de trabajo. Y ningún trabajo es gratis.
Quizás me haya liado expresándome. Pero resumiendo, todo era para preguntarte, ¿consideras entonces contradictorio salir en defensa de Megaupload y salir en defensa de los músicos o te he entendido mal?
Y ya me callo. Una última cosa. Claro que hay problemas mucho más graves que convierten a este en una nimiedad (EN COMPARACIÓN) Pero si el hecho de que «hay cosas peores» es motivo suficiente para no quejarse de otras… apaga y vámonos. ¡Sería la excusa perfecta para no protestar por casi nada!
Y lo último (ya de verdad), yo creo (y espero) que los estados sobre la Tercera Guerra Mundial y el fin del mundo, eran solo una manera de hacer ironía con lo sucedido, ¿no?
Muchas gracias por tu entrada. ¡Me has hecho pensar!
Me he encantado el mail de «trabajo para artistas». Con el artículo estoy más que de acuerdo aunque me parece un poco excesivo meter en la cárcel a este tipo y cerrar el sitio web; ojalá el FBI y «la justicia» fueran tan tajantes con muchas otras cosas. En mi opinión había otras salidas menos drásticas. Y eso es todo lo que tengo que decir
Sólo puedo hablar por mi, no represento a nadie ni pretendo sentar cátedra con mis opiniones, Megaupload y sus primas eran para mi una forma de divertimento primordial, en ningún caso el uso que daba de ellas suprimía mi consumo del producto original, simplemente me servían como «puerta de entrada y conocimiento» a un disfrute posterior. Nunca he dejado de ir al cine, de comprarme libros, sigo teniendo mi televisión de pago el la cual puedo ver las mismas películas y series que estas páginas ofrecían, solo que en un horario que no puedo elegir, soy fiel cliente del posiblemente único videoclub activo de Madrid (GOAN c/Gaztambide), reconozco no haberme comprado un cD desde hace muchos años, en su lugar he acudido a más conciertos y festivales gracias en parte a que he podido descubrir grupos y artistas que no hubiese llegado a ellos nunca sin la ayuda de las prohibidas webs.
No me considero un tipo único ni especial, imagino que como yo habrá muchísimas personas que no entienden del todo el motivo de esta censura y que medidas como esta no hacen más que desanimarlas y hacer sus vidas un poco peores.
Espero tenga solución pronta aunque tratándose de EEUU, dudo que tengan la caacidad de reconocer sus errores.
Gracias a tod@s por vuestros comentarios! Eso es lo bueno, que se fomente el debate. Aunque luego con más tiempo os responderé uno por uno personalmente, simplemente quería dejar claro que a mí no me parece mal que se compartan contenidos de todo tipo y con libertad por internet, lo único que critico es el hecho de que terceros se enriquezcan de manera escandalosa por un trabajo que no es suyo. Pero todo lo demás no sólo es bueno, sino necesario!
Un abrazo!