Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Hace ya diez años del día en que a unos jóvenes de un centro juvenil madrileño les dio por montar un sencillo Festival Medieval (por entonces era «mercadillo») para recaudar fondos. Desde entonces y hasta hoy ha crecido hasta convertirse en un auténtico evento de calidad con música en directo, una taberna del medievo con todo tipo de platos y combinados, artesanía donada por la gente del barrio y actividades y torneos para todas las edades. Da idea del nivel el que este año actúen bandas como Blue Velvet, cover oficial de la Creedence Clearwater Revival, haya talleres de preparación de sushi o en la taberna se sirvan Kebabs medievales del chef Santiago González o gintónics de autor con una artesanal ginebra casera.
A mí me toca especialmente, y por eso os lo cuento aquí, en el Mundo de Mañana, porque llevo metido en este tinglado junto a muchos amigos desde sus inicios. He vivido momentos muy especiales (algunos fundamentales) ahí abajo y es por ello que me emociona ver cómo la cosa sigue avanzando y creciendo con la misma ilusión de sus inicios. No os quepa duda de que es el orgullo del equipazo de gente que trabaja en que esto salga adelante el que hace que escriba este post para informaros y para animaros a que os paséis a lo largo de este fin de semana a conocer este alternativa de ocio económica y solidaria en el mismito centro de Madrid.
La cosa es en la calle Ferraz, 74, en los bajos de la parroquia del Corazón de María, y estaremos ahí desde hoy viernes a las 18:00 h. hasta que acabe el domingo. Cada día cerraremos a eso de las 2:30 h. más o menos cuando ya no os quepan más copas a 3’5 euros. Repito: COPAS A 3’5 EUROS. Todos los fondos que se saquen con el Festival a lo largo del fin de semana van para el proyecto en Uganda que tenéis explicadito en este enlace de la ONG Fundación PROCLADE.
Si os pasáis, por allí nos vemos, vestido de medieval un servidor, disfrutando mucho ustedes. Merecerá la pena, seguro. ¡Ah! ¡Y el domingo recito al lado del pedazo de crack de Álvaro Fraile y justo después de esa bestia escénica que es Javier Maroto! Podéis ver toda la programación en la imagen de esta entrada, con concursos y actividades incluidas. ¡Nos vemos!
Y aquí, algunos de los vídeos promocionales del evento, con un indudable toque chanante, por si queréis echarles un vistazo:
http://www.youtube.com/watch?v=jp1u70Q1bDo
Aquí van los otros! En serio que lo petan!:
Episodio 01: http://www.youtube.com/watch?v=ASicD5n4YEQ
Episodio 02: http://www.youtube.com/watch?v=ldcQd9GeUuQ
Episodio 03: http://www.youtube.com/watch?v=OZyS5arn9O4&feature=youtu.be
Episodio 04: http://www.youtube.com/watch?v=_V7DSgBaF-E
Hoy el Mundo de Mañana vive un motivo de celebración doble. El primero de todos es que por fin estrenamos la ansiada sección del Salón de Invitados, unas de las que más van a dar que hablar en esta segunda temporada de la página. Estrenar algo siempre hace ilusión y, cuando es algo compartido, en lo que van a participar varias personas y con lo que vamos a poder jugar todos, mucho más. A partir de hoy y cada miércoles llegará puntualmente una firma distinta a esta página a hablarnos de aquello que más le apetezca. Distintas personalidades de los más distintos ámbitos se acercarán a el Mundo de Mañana para ofrecernos una cara distinta a la que nos tengan acostumbrados. En esta casa de todos, al fin, el salón abre sus puertas para charlar y sorprender.
El segundo motivo de celebración es, sin duda, la persona que estrena esta sección. Muchos ya lo habíais adivinado por las pistas que dejé anoche en el facebook. No es ni más ni menos que el gran Álvaro Fraile. Álvaro, aparte de un grandísimo amigo mío desde años incontables, es un brillante músico,un poeta de lo cotidiano y un pensador que hace de los horizontes sencillez y que ahora mismo está arrasando con su último proyecto ‘Sol.Fe.Ando’. Es uno de esos seres humanos generosos y únicos que tienen la habilidad de componer las canciones que, sin saberlo, llevábamos dentro desde siempre. Tengo el privilegio de contarle entre mis amigos y, desde hoy, entre los amigos de el Mundo de Mañana. Lo mejor es que os acerquéis a cualquiera de sus conciertos en cualquier punto de la geografía española o que compréis alguno de sus discos para saber de lo que hablo. Para ponéroslo más fácil, os dejo un enlace a su página personal aquí.
Pero, sin más rollos, que hoy le toca hablar a otros, os dejo, bajo este vídeo de uno de sus últimos temas, las palabras que nos regala Álvaro Fraile para inaugurar este Salón de Invitados de el Mundo de Mañana. ¡Qué emoción! ¡Que lo disfruten!
ME PERDÍA, YA NO.
Yo creo en un Dios… que me guía, me aconseja. Si me desvío, me reconduce. Me habla, le rezo, le reprocho incluso la culpa de haberme perdido por caminos que no llevan a ningún lugar.
Yo creo en este Dios, porque me suelo perder, me pierdo siempre… Si me retas soy capaz de perderme hasta en los sitios que mejor conozco.
No necesito pensar, ni decidir por dónde ir, ni volverme loco discerniendo qué camino será el bueno… yo le digo… “llévame” y Él me conduce por senderos de paz… por el camino recto.
Atrás quedó en mí el instinto de supervivencia…
Atrás quedó el instinto de orientación que llevaba al boyscout que todos tenemos dentro a observar, sobrevivir, interesarse y recorrer el mundo como si se tratase de una gymkana.
Atrás quedó el callejear sin rumbo, improvisando…
Atrás quedó también contemplar los ricos parajes que la vida te ofrece y que siempre están escondidos en algún rincón que uno encuentra por casualidad.
Atrás quedó el tiempo al tiempo.
Atrás quedó el preguntar por dónde ir, por dónde tirar… y buscar luz en alguna plegaria anticuada de diálogos que sólo confunden más y que se convierten tantas veces en súplicas.
Antes andaba sin metas, decidiendo mis pasos sobre la marcha… porque el fin no era el lugar al que uno quiere llegar sino el hecho de caminarlo. ¡Qué de tiempo perdido! Pudiendo llegar a mi objetivo en tiempo record.
Este Dios mío me alienta con voz suave, diría yo… aterciopelada… y me sugiere en imperativo cual debe ser el siguiente paso que debo dar. ¡Es tan maravilloso vaciar la cabeza de uno! … dejarse llevar… no pensar por uno mismo…
Este Dios mío nunca se equivoca. Me equivoco yo. Él, siempre me redirige.
En los tiempos de la incredulidad… donde cualquier autoridad es cuestionada y cuestionable: política, religiosa, ética,… cuando nadie nos creemos nada y dudamos del vecino y del amigo… conozco un Dios en quien puedes depositar tu fe más profunda.
Yo me perdía siempre. Ya no. Me he instalado un GPS en el móvil.
Vivo irremediablemente más agilipollado. Me pierdo el camino, pero no me pierdo en el camino.
Y llego puntual y exacto a cada lugar. Por el Camino Rápido. Por el Camino Recto. ¡Sí señor!
¡Oh Dios Navegador!
Oráculo del TomTom.
Por GPS, Nuestro Señor.
Amén.
Nota importante: el GPS no es apto para personas con capacidad de sorpresa, improvisadores, vividores de esos que sueñan cosas elevadas, ni aventureros. Tampoco es recomendable para quienes vivan sin prisa, ni para quienes prefieran caminar a llegar.
-Álvaro Fraile-
Yo era un joven de barbas y pelos desordenados que se entretenía juntando versos en servilletas, en paredes, en libretas e incluso, alguna vez, sentado a un escritorio. Eran los años del amor, las noches, los recitales, los conciertos, los brindis (al sol, a la luna), los sueños, la utopía. Eran años tal vez igual que estos que ahora vivo, pero quizá con más compañía. Esa mañana me esperaba, en la parada de metro de Antonio Machado, Javier Maroto (pelo desordenado, colores, guitarra, risa). Llegaría, poco más tarde, Álvaro Fraile (cuadros, lana, humo, voz). Era de día y era raro vernos con tanta luz (con tanto sueño), pero había un motivo, cosa que nunca hizo falta, para el encuentro. Hoy desayunábamos con el maestro.
Meses atrás, Maroto había musicado un poema de Pablo Guerrero y Álvaro se había encargado de grabar a ambos para el disco ‘Luz’ del primero. Desde entonces se permitían quedar de vez en cuando para hablar de la poesía, del mundo, del amor, de la música. Pablo Guerrero, el mítico cantautor, el poeta de la Transición, la voz de una Extremadura despierta, el autor de ‘A cántaros’, ese himno de libertad, se hacía cercano en un café sencillo. Los privilegios de la amistad y las buenas compañías me convertían a mí, en esa mañana de años atrás, en partícipe de ese café con sabor a tertulia añeja. La cita era en la cafetería ‘Los Poetas’ que, lejos de las resonancias parnasianas que pudiera tener, es un bar de menús del día y barra de zinc de los de toda la vida tirando a cutrecillo. Allí sentado a una mesa, con su cigarro encendido, su barba teñida por la nicotina y un cuerpo que no terminaba de llenar la chaqueta que llevaba, nos esperaba Pablo Guerrero.
La mañana de tertulia fue por unos derroteros muy distintos a los que yo me esperaba, de hecho no llegó a ser una mañana de tertulia como tal. El maestro, parco en palabras hasta el extremo, disfrutaba de la conversación y se limitaba a escuchar, como eternamente aprendiendo, y a asentir de vez en cuando o responder casi monosilábicamente cuando se le requería. Con todo, el ambiente exhalaba una magia especial, una sensación de historia personal irrepetible, y yo me había impuesto una misión particular para ese encuentro. En un momento dado, cuando así lo creí oportuno, realicé un gesto no muy habitual en mí y, abriendo mi zurrón gastado, le acerqué una serie de versos manuscritos al gran cantautor. «Me gustaría que los leyera, si quiere. Son míos. Para mí sería un honor…». Guerrero los cogió con su mano de dedos gastados a fuerza de cuerdas de guitarra y, tomándoselo mucho más al pié de la letra de lo que hubiera pensado nunca, allí mismo, enfrente de todos, comenzó a leerlos en silencio. Fueron diez minutos, tal vez más, tal vez menos, de absoluto embelesamiento. La mística del momento vibraba con fuerza y las miradas de Maroto y de Álvaro me confirmaban que, a pesar del corte, había hecho bien. Al terminar la lectura de las hojas sin encuadernar que le había acercado, levantó la vista, aún con los papeles en la mano, me miró a los ojos, sonrió por debajo de la barba y el espeso bigote, y sentenció, con voz de bautismo literario, «Enhorabuena, eres poeta».
Hoy se cumplen cuarenta años de la creación de ‘A cántaros’ y, para celebrarlo, Pablo Guerrero ofrece esta noche un concierto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid rodeado de amigos. Yo, rodeado de los míos, volveré a acercar mis barbas y pelos renovados al halo de este poeta para seguir creyendo en el amor, en la noche, en los brindis, en los sueños, en la utopía y en que, una vez, alguien me marcó con una responsabilidad y una forma de vivir el mundo que superan mis estrofas y van más allá de mis versos.
…Hay que doler de la vida hasta que creer que tiene que llover a cántaros…
Pensaba actualizar hoy titulando ‘Regalo pasaporte español’ o, como realmente le hubiera gustado decir ayer a la ubicua lideresa, ‘Un triunfo del Estado de derechas’. Pensaba retratar en un artículo todas las cosas que me dan vergüenza de este país y cómo esa vergüenza era cada vez más asimilada por mí como una vergüenza ajena, cómo pensaba firma la solicitud esa que pide que, por favor, nos invadan los franceses cuanto antes, a ser posible con sus guiñoles en posiciones de vanguardia. Pensaba desgranar el plan de Mariano Rajoy para resalzar la industria de la pandereta, lo único en lo que destacamos a nivel internacional, para salir de la crisis. Pensaba, de hecho, escupir mi indignación y dejar únicamente plasmado sobre esta página el comunicado del juez Garzón, el mismo juez que encausara a Pinochet y a los torturadores argentinos, en el que daba su opinión sobre la ignominia. Pensaba deciros, en fin, lo que ya habéis visto dicho de una forma o de otra desde que ayer se supo la sentencia del Supremo y muchos dejamos de entender nada.
Pero, una vez mitigadas mis ansias de utilizar este espacio común del blog que compartimos para desahogarme, he preferido hacer uso de una de las enseñanzas más valiosas que me traje en la mochila hondureña: No hay mejor denuncia que comunicar la esperanza. Es la esperanza en que se pueden (se deben) cambiar las cosas, lo que nos une para levantarnos juntxs y trabajar sin caer en la rabia o en un pesimismo que, demasiado frecuentemente, conduce a la violencia. Es la esperanza la que vence al desconsuelo y nos ayuda a ver con otros ojos, y otra fuerza, aquello que no funciona bien.
La oportunidad de hacer este cambio de perspectiva en la entrada de hoy me la ha brindado sin querer mi gran amigo el cantante Álvaro Fraile. Hoy he amanecido con una de esas canciones en el muro del Facebook que te atraviesan el alma y te dicen justo lo que necesitabas escuchar. La sencillez y la contundencia de su letra me ha emocionado, me ha hecho recordar muchas cosas y me ha impulsado a seguir asumiendo el reto de la opción por la esperanza. Se llama ‘Anda… Levántate y anda’ y es un adelanto de su próximo proyecto ‘Sol.Fe.Ando.’. Toda una invitación a soñar, a creer en nuestros sueños, a levantarnos por ellos, a no sentirnos solxs, a vencer al miedo. Toda una invitación a mantener la esperanza. La dejo aquí para compartirla con todxs vosotrxs. No dejéis de escucharla (de asimilarla).
Buen fin de semana.
Palabras para el Blogcionario:
*Esperanza:
*Vanguardia:
*Pandereta: