Hoy el Mundo de Mañana vive un motivo de celebración doble. El primero de todos es que por fin estrenamos la ansiada sección del Salón de Invitados, unas de las que más van a dar que hablar en esta segunda temporada de la página. Estrenar algo siempre hace ilusión y, cuando es algo compartido, en lo que van a participar varias personas y con lo que vamos a poder jugar todos, mucho más. A partir de hoy y cada miércoles llegará puntualmente una firma distinta a esta página a hablarnos de aquello que más le apetezca. Distintas personalidades de los más distintos ámbitos se acercarán a el Mundo de Mañana para ofrecernos una cara distinta a la que nos tengan acostumbrados. En esta casa de todos, al fin, el salón abre sus puertas para charlar y sorprender.
El segundo motivo de celebración es, sin duda, la persona que estrena esta sección. Muchos ya lo habíais adivinado por las pistas que dejé anoche en el facebook. No es ni más ni menos que el gran Álvaro Fraile. Álvaro, aparte de un grandísimo amigo mío desde años incontables, es un brillante músico,un poeta de lo cotidiano y un pensador que hace de los horizontes sencillez y que ahora mismo está arrasando con su último proyecto ‘Sol.Fe.Ando’. Es uno de esos seres humanos generosos y únicos que tienen la habilidad de componer las canciones que, sin saberlo, llevábamos dentro desde siempre. Tengo el privilegio de contarle entre mis amigos y, desde hoy, entre los amigos de el Mundo de Mañana. Lo mejor es que os acerquéis a cualquiera de sus conciertos en cualquier punto de la geografía española o que compréis alguno de sus discos para saber de lo que hablo. Para ponéroslo más fácil, os dejo un enlace a su página personal aquí.
Pero, sin más rollos, que hoy le toca hablar a otros, os dejo, bajo este vídeo de uno de sus últimos temas, las palabras que nos regala Álvaro Fraile para inaugurar este Salón de Invitados de el Mundo de Mañana. ¡Qué emoción! ¡Que lo disfruten!
ME PERDÍA, YA NO.
Yo creo en un Dios… que me guía, me aconseja. Si me desvío, me reconduce. Me habla, le rezo, le reprocho incluso la culpa de haberme perdido por caminos que no llevan a ningún lugar.
Yo creo en este Dios, porque me suelo perder, me pierdo siempre… Si me retas soy capaz de perderme hasta en los sitios que mejor conozco.
No necesito pensar, ni decidir por dónde ir, ni volverme loco discerniendo qué camino será el bueno… yo le digo… “llévame” y Él me conduce por senderos de paz… por el camino recto.
Atrás quedó en mí el instinto de supervivencia…
Atrás quedó el instinto de orientación que llevaba al boyscout que todos tenemos dentro a observar, sobrevivir, interesarse y recorrer el mundo como si se tratase de una gymkana.
Atrás quedó el callejear sin rumbo, improvisando…
Atrás quedó también contemplar los ricos parajes que la vida te ofrece y que siempre están escondidos en algún rincón que uno encuentra por casualidad.
Atrás quedó el tiempo al tiempo.
Atrás quedó el preguntar por dónde ir, por dónde tirar… y buscar luz en alguna plegaria anticuada de diálogos que sólo confunden más y que se convierten tantas veces en súplicas.
Antes andaba sin metas, decidiendo mis pasos sobre la marcha… porque el fin no era el lugar al que uno quiere llegar sino el hecho de caminarlo. ¡Qué de tiempo perdido! Pudiendo llegar a mi objetivo en tiempo record.
Este Dios mío me alienta con voz suave, diría yo… aterciopelada… y me sugiere en imperativo cual debe ser el siguiente paso que debo dar. ¡Es tan maravilloso vaciar la cabeza de uno! … dejarse llevar… no pensar por uno mismo…
Este Dios mío nunca se equivoca. Me equivoco yo. Él, siempre me redirige.
En los tiempos de la incredulidad… donde cualquier autoridad es cuestionada y cuestionable: política, religiosa, ética,… cuando nadie nos creemos nada y dudamos del vecino y del amigo… conozco un Dios en quien puedes depositar tu fe más profunda.
Yo me perdía siempre. Ya no. Me he instalado un GPS en el móvil.
Vivo irremediablemente más agilipollado. Me pierdo el camino, pero no me pierdo en el camino.
Y llego puntual y exacto a cada lugar. Por el Camino Rápido. Por el Camino Recto. ¡Sí señor!
¡Oh Dios Navegador!
Oráculo del TomTom.
Por GPS, Nuestro Señor.
Amén.
Nota importante: el GPS no es apto para personas con capacidad de sorpresa, improvisadores, vividores de esos que sueñan cosas elevadas, ni aventureros. Tampoco es recomendable para quienes vivan sin prisa, ni para quienes prefieran caminar a llegar.
-Álvaro Fraile-
Lo de Alvaro, genial. La canción y el salmo. Gracias Miguel Angel por recibirnos en tu salón. Un salón «de recibir», como Dios manda. Hay que recuperar estas cosas. Una petición: cuando buenamente puedas te abres un Saloon, con sus chicas de can-can y pianista vejestorio y todo. ;<)