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El café pendiente. Una propuesta revolucionaria.

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Imagen que acompaña al texto que va rodando por las redes sociales sobre el «café pendiente».

Desde hace unos días, en concreto desde el viernes pasado, me he propuesto tuitear únicamente y por el espacio de una semana mensajes de esperanza. Cansado de la agresividad y el pesimismo que destila Tuiter (o al menos las cuentas a las que sigo), me he lanzado a hacer este experimento en la creencia absoluta (no me cansaré de decirlo) de que la mejor denuncia es comunicar la esperanza. Me está costando, no crean, porque he querido que este ejercicio incluya también los retuits que desde @mavazquez22 hago. El caso es que, poquito a poco, los mensajes van apareciendo y, por fuerza, esta bitácora se va a ver en algún modo contagiada de ello. Prueba de ello es la entrada de hoy: ‘El café pendiente. Una propuesta revolucionaria’.

Antes de entrar en el meollo de la cuestión, permítanme copiarles un breve textito que va circulando estos días por las redes sociales y que da nombre a esta idea de la que quiero hablarles. Dice así:

«Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas:
– Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres «pendientes».
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:
– ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
Me dicen:
– Espera y verás.
Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés – pagan normalmente. Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
– Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:
– ¿Tienen algún «café pendiente»?

Este tipo de caridad, por primera vez apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo.

«El café pendiente» – Tonino Guerra, contó la historia de uno de sus directores Federico Fellini y Vittorio De Sica. Incidente que, según él, puede traer lágrimas a cualquiera.

Como ven, la cosa es sencilla, sin mucha estrategia detrás y sin demasiada necesidad de organización. Quizá lo único que haga falta es la voluntad de ponerlo en práctica. Tanto es así que, desde el pasado 26 de marzo, día en que comenzó a rodar el texto por Facebook, se han abierto varias páginas en distintos países que fomentan la propuesta y sugieren diferentes formas de llevarla a cabo. Se han llegado a crear incluso, en menos de una semana, propuestas de logos que podrían acompañar, a modo de información, a los bares que se sumasen a esta idea. En nuestro país parece que la cosa también empieza a moverse y, más pronto que tarde, quizá para la semana que viene, comentaremos desde esta misma página todas las iniciativas que se lancen en esta línea. Vamos a intentar que, entre todos, este proyecto llegue lo más lejos posible. La propuesta del café pendiente, de puro sencilla, engancha y apetece ponerla en práctica cuanto antes.

Evidentemente un café no saca a nadie de la miseria, ni tan siquiera del hambre de diario. Pero es un potentísimo motor de solidaridad. Es concienciar a la gente de que puede aportar algo por los demás y es mostrar a los que reciban esta propuesta que no están solos, que alguien piensa en ellos. Además, al ser anónimo, elimina cualquier atisbo de ganar mérito por parte del que lo realiza y la cara que muestra al que lo recibe es la de la colectividad. Ese alguien que piensa en ti para que tomes un café es toda la comunidad, que está contigo. Parece que ese café quisiera decir «¡ánimo!, no estás solo». Eso, en sí mismo, ya es un paso grande. Por no hablar de lo revolucionaria que es la confianza que exige todo este proceso. Confianza en el nexo entre el que ofrece el café pendiente y el que lo recibe, el dueño del bar, y confianza también en que los que lo necesitan se van a atrever a pedirlo. Este proyecto, tan sencillo, tan fácil de llevar a cabo, tan simbólico como es un café caliente, tiene un profundo poder transformador. Si la cosa funcionase, si la gente se hace consciente de lo necesaria que es la solidaridad y lo fácil y satisfactorio que es llevarla a cabo, ese café podría crecer y empezar a convertirse en otras realidades quizá más necesarias.

El café pendiente es un primer paso. Quizá el primer paso que necesitamos para lanzarnos a esa revolución que empieza a resonar y de la que ya les hablaré más adelante. Una revolución que ha entendido que la solución a nuestros problemas no pasa por esperar a que los grandes líderes nos salven, sino por empezar a cuidarnos entre nosotros y hacer de la fraternidad una bandera real.

Comentarios

4 comentarios en “El café pendiente. Una propuesta revolucionaria.

  1. Excelente cambio de rumbo! Enhorabuena!!

    Publicado por Jesús | 3 abril, 2013, 8:33
  2. Si no es entre todos, esto no cambia¡

    Publicado por soniafq | 3 abril, 2013, 15:27
  3. Me sumo a la iniciativa de mensajes de esperanza por una semana

    Publicado por Anónimo | 4 abril, 2013, 1:16
  4. Podeis seguir la iniciativa desde http://cafespendientes.es/ 🙂

    Publicado por Gon | 4 abril, 2013, 7:46

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