Una imagen que lo dice todo. Casi un icono. Una vez más, el Ayuntamiento de Madrid, protegido por una impunidad vergonzosa y armado como un ejército con su cuerpo de Power Rangers municipales, se salta los Derechos Humanos fundamentales y derriba viviendas en El Gallinero. Viviendas y todo lo que pilla a su paso. El muro en el que tradicionalmente se pintaba el mensaje de esperanza con motivo del Día de los Niños y las Niñas, también ha caído. Un muro en el que este año, muy significativamente, se había escrito el lema «Tenemos un plan», lema con el que los voluntarios llevamos reivindicando desde el mes de septiembre pasado un plan alternativo para la gente de El Gallinero. Hoy el muro ha caído y, con él, Ana Botella pareciera estar diciéndonos «y vuestro plan, también».
En total, con la información con la que cuento en este momento, han derribado nueve viviendas, han movido el barracón que servía de aula de apoyo escolar, han tirado el muro y han aplastado el templo que esta misma semana habían terminado de construir los vecinos de El Gallinero. Sí, han derribado un templo. Por segunda vez en menos de medio año. La Ana Botella de misa diaria que mañana comulgará de rodillas y en la boca, ha derribado un templo. Un peligrosísimo templo. Qué desolación…
De alguna de las viviendas han tenido que sacar a los habitantes por la fuerza, ya que han llegado tan temprano que seguían durmiendo. De hecho, los niños no han podido ir al colegio ya que las máquinas y el despliegue policial han llegado mucho antes que las rutas escolares y luego no ha podido salir nadie del poblado. Los niños, como se pueden imaginar, aterrorizados. Sus caras, un poema. De las nueve viviendas derribadas, se quedan en la calle, sin techo, 20 menores y 14 adultos. 34 personas que hoy dormirán al raso en el Madrid olímpico de 2020. La alternativa, tú niño español, que has nacido en Madrid, pero eres tan pobre como tus padres, te vas a tener que ir a Rumanía, a pesar de tu nacionalidad y origen, resulta que tus padres son de allí y para los miserables es lo que que toca.
Qué desolación. Qué dolor. Qué vergüenza.
Ampliaré a lo largo del día, cuando no me mueva la bilis.
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